Si nos remontamos lo suficiente en el árbol genealógico de cualquier ser vivo, siempre llegamos a LUCA, acrónimo de “Último Ancestro Común Universal”. Esta célula ancestral, o quizás una población de células, es el punto de partida de toda la vida actual. Pero tenga cuidado: LUCA no es “la primera vida” en la Tierra. Más bien, representa un momento clave en el que la evolución dio un giro decisivo.
Un ancestro no tan primitivo
« Esta no es la primera célula, ni siquiera el comienzo de la vida, sino una especie de conclusión en la historia de su origen. “, explica Greg Fournier, biólogo evolutivo del MIT. Un estudio publicado en julio en Naturaleza Ecología y Evolución propone un nuevo análisis, realizado por un equipo interdisciplinario, para reconstruir este antepasado. Y el retrato que emerge no es nada sencillo.
Según los investigadores, LUCA vivía en un ambiente rico en hidrógeno y dióxido de carbono, quizás alimentándose de las liberaciones químicas de otros microbios. Tenía un genoma tan grande como el de algunas bacterias modernas e incluso habría tenido un sistema inmunológico rudimentario, basado en 19 genes CRISPR. “ Es un panorama bastante complejo. », comenta Edmund Moody, biólogo de la Universidad de Bristol y autor principal del estudio.
Esta célula habría existido hace unos 4.200 millones de años, una época en la que la Tierra aún era joven y estaba marcada por los bombardeos de asteroides. Si esta datación es correcta, significa que la vida apareció y se volvió más compleja en tan sólo unos cientos de millones de años, una velocidad que resulta intrigante. “ Estos primeros pasos de la evolución quizás no fueron tan difíciles », Dice Phil Donoghue, coautor del estudio. Una hipótesis que podría abrir el camino a escenarios similares en otros planetas.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron un modelo probabilístico, analizando los genes de 350 especies de bacterias y arqueas modernas. Resultado: LUCA tenía alrededor de 2.600 proteínas, característica que sugiere que era parte de un ecosistema donde interactuaban otros microbios, aunque estos linajes ahora están extintos.
No todos los científicos están de acuerdo con esta opinión. Algunos, como Patrick Forterre del Instituto Pasteur, creen que la complejidad atribuida a LUCA puede ser exagerada. Además, les resulta difícil imaginar que una célula así existiera en una etapa tan temprana de la historia de la Tierra. Por otro lado, el estudio tiene el mérito de sentar una base sólida para explorar con más detalle los inicios de la vida.
Por lo tanto, LUCA sigue suscitando debates y fascinando. Su reconstrucción es sólo el comienzo para desentrañar los misterios de nuestros orígenes y, tal vez, imaginar otras historias de vida en otros lugares del universo.
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