En las remotas montañas de Etiopía, un descubrimiento inesperado desafía la sabiduría convencional sobre los hábitos alimentarios de los grandes carnívoros. Gracias a extraordinarias fotografías publicadas en la revista Ecology, los científicos revelan que los lobos etíopes (un perro simio), una especie en peligro crítico de extinción, participan en un curioso ritual: lamer flores Kniphofia foliosaapodadas “antorchas de los dioses” por sus colores deslumbrantes. Un hábito que bien podría otorgarles un papel único como polinizadores.
Un descubrimiento inesperado en el corazón de las montañas etíopes.
El lobo etíope, habitualmente estrictamente carnívoro, a veces parece ceder a una dulce tentación: el dulce néctar de las flores. Kniphofia foliosa. Una observación que intriga a la comunidad científica. “Estos descubrimientos muestran cuánto nos queda por aprender sobre uno de los carnívoros más amenazados del mundo”.explica Sandra Lai, ecologista de la Universidad de Oxford y coautora del estudio.
Los investigadores siguieron a seis lobos de tres manadas durante cuatro días para analizar su comportamiento. Mientras que algunos sólo visitaron unas pocas flores, otros, como un individuo particularmente curioso, ¡lamieron hasta 30 flores en una sola salida! Esta preferencia por las flores maduras, situadas en la parte inferior de las plantas, parece permitirles maximizar el acceso al néctar rico en azúcares.
Al consumir este néctar, los lobos suelen acabar con polen en el hocico, lo que abre la posibilidad de que actúen como polinizadores. Sin embargo, “aún no está demostrado que los lobos sean polinizadores eficaces”subrayan los investigadores. Por tanto, queda por confirmar su papel potencial en la reproducción de las plantas.
Entre la gula y la supervivencia, una fuente ocasional de energía
El néctar de estas flores es muy conocido por los vecinos de la zona, especialmente por los hijos de pastores que, como los lobos, en ocasiones se deleitan con este dulce natural. Claudio Sillero, biólogo conservacionista de la Universidad de Oxford y coautor del estudio, dice: “Descubrí este néctar cuando vi a niños lamiendo flores en las montañas Bale. Lo probé yo mismo y era agradablemente dulce. Cuando vi a los lobos haciendo lo mismo, comprendí que apreciaban esta inusual fuente de energía.”.
Para los lobos etíopes, este comportamiento podría reflejar una adaptación a un entorno cambiante donde las presas se vuelven más escasas. Sin embargo, el néctar sigue siendo una contribución marginal a su dieta. Los científicos ahora planean explorar la importancia real de este comportamiento: ¿es sólo un capricho ocasional o un suplemento nutricional importante?
El estudio también abre perspectivas sobre una posible coevolución entre plantas y carnívoros, un tema aún poco estudiado. Si se confirmara el papel polinizador de los lobos, sería un caso único entre los grandes carnívoros, trastocando nuestras concepciones tradicionales sobre las interacciones entre especies.