En el corazón de la sala, los tres músicos estaban sentados a la altura de los niños…
El martes por la noche, en L’arc, el espectáculo Ourk transportó a su público a una aventura sensorial inolvidable, combinando los ritmos cautivadores del trópico y la energía ecléctica de músicos destacados. Pero lo que más destacó fue la pura alegría de los niños, para quienes esta experiencia fue (para algunos) una primera incursión en el mundo del entretenimiento.
En el centro de la sala, los tres músicos, instalados a la altura de los niños, hacen vibrar sus instrumentos (una mezcla fascinante de objetos sonoros eléctricos, acústicos y de bricolaje) para llevar a su joven público a un crucero inmóvil. Sus exóticas piezas despertaron los sentidos y relajaron los cuerpos, invitando a bailar hasta a los más tímidos. Ver a estos niños, con ojos brillantes y sonrisas en sus rostros, descubrir la emoción y la magia de una actuación en vivo fue simplemente mágico. Un concierto a modo de cóctel, donde la curiosidad y el asombro fueron los ingredientes principales.
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