Un minúsculo trozo de hueso del dedo, no mayor que la uña de un niño, descubierto en una cueva del macizo de Altái: en diciembre de 2010, se ofreció a la humanidad un regalo extraordinario. Porque en su interior los investigadores descubrieron ADN humano desconocido. Ni sapiens como nosotros, ni neandertales como nuestros primos, ni… marcianos, este genoma atestigua la existencia de una especie humana hasta ahora desconocida. Se llamó Denisova, por el nombre de la cueva. ¿Quiénes eran? ¿De dónde vienen ellos? ¿Cómo vivieron? La paleoantropóloga marsellesa Silvana Condemi y el periodista científico François Savatier llevaron a cabo la investigación en los albores de los tiempos. En su nuevo trabajo, El enigma de Denisova (Albin Michel), la ciencia llama a las puertas de la filosofía.
¿Por qué es extraordinario este descubrimiento?
Primero, tuvimos que localizar este pequeño fragmento de hueso entre toneladas de sedimento del área de excavación e identificarlo como restos humanos. El Instituto Max Planck de Leipzig logró entonces extraer ADN de él y, por primera vez en la historia de la paleoantropología, la genética reveló una nueva humanidad. La genética ya ha permitido detectar genes neandertales en las poblaciones humanas actuales (alrededor del 2%), lo que, contrariamente a lo que se pensaba, demuestra que nuestros antepasados Homo sapiens se cruzaron con sus primos neandertales. ¡Un verdadero cambio de paradigma!
