Un ejemplo de evolución biológica acelerada: las polillas que viven en las ciudades. Es posible que sus alas se hayan vuelto más pequeñas debido a la iluminación urbana… y para sobrevivir a los depredadores.
Esto se debe a que un insecto que se deja distraer por una luz se aleja de su hábitat o deja de buscar pareja sexual, lo que no es bueno para asegurar su descendencia. Y eso lo expone más al riesgo de ser tragado por un depredador. Por estas razones, los biólogos han estado preocupados durante mucho tiempo por los impactos negativos que la iluminación artificial probablemente tendrá en estas poblaciones de insectos.
Ciertamente, al contrario de lo que su nombre indica, estos insectos también se mueven durante el día. Pero detectan la luz y, sobre todo, parecen atraídos por ella (el nombre científico es fototropismo). Podría ser una confusión creada por esta iluminación “inesperada” más que una atracción, pero desde una perspectiva evolutiva el resultado es el mismo: si algo te hace más expuesto a los depredadores, es una gran desventaja.
Según investigadores belgas y suizos que analizaron la morfología de 680 individuos de una especie llamada Gran Hiponomeute del Carbón (Yponomeuta cagnagella), los que tenían las alas más pequeñas tenían un 30% menos de probabilidades de ser capturados por las jaulas que estos investigadores habían instalado cerca de las luces, en el jardín donde habían depositado las larvas. Su muestra también sugiere que las larvas de insectos urbanos, que viven en barrios bien iluminados, tenían más probabilidades de nacer con alas pequeñas.
Queda por demostrar que efectivamente se trata de una adaptación evolutiva a la luz artificial, coinciden en su artículo publicado el 13 de marzo en la revista Cartas de biología. Pero aún así, desde un punto de vista evolutivo, la hipótesis se sostiene: con alas pequeñas, una mariposa viaja menos y más lentamente hacia la posible luz, lo que aumenta sus posibilidades de no ser tragada por un depredador.
