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Opinión – “Fuera de la vista, cerca del corazón”, el Stade Toulouse ha elegido la discreción para rendir homenaje a Medhi Narjissi, en Sudáfrica

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Discretamente, sin que sea una cuestión de comunicación, los jugadores y el personal del Stade Toulouse pasaron esta semana por Ciudad del Cabo para rendir un último homenaje a Medhi Narjissi.

Podríamos decir mil cosas sobre este Sharks-Toulouse que llegará el sábado. Qué deseable es, inevitablemente, cuando encontramos a la mitad del XV francés sobre el terreno de juego frente a otra mitad, la de Sudáfrica, por cierto doble campeona del mundo y que, ¡oh! tristeza, eliminó a los Bleus del Mundial la última vez que se enfrentaron.

Por tanto, estarán allí, en el estadio Kings Park de Durban, Antoine Dupont y Siya Kolisi, ya capitanes hace quince meses en el Stade de France para este siniestro cuarto de final. Estarán Ramos, Mauvaka, Ntamack, Flament, Cros o Meafou; Mbonambi, Etzebeth, Hendrikse, Am, Mapimpi, Nche, Koch y todos los demás. Que gente tan bonita.

Podríamos detenernos en las inmensas fuerzas presentes y en el pico de intensidad que esperamos de este encuentro parecido a un fuego artificial. Sin embargo, hay algo más que nos llamó la atención esta semana. Algo de lo que, en realidad, no sabemos nada o muy poco. Esto es precisamente lo que nos gusta.

Homenaje con toda discreción

Tras haber partido temprano hacia Sudáfrica, el domingo, el Stade Toulouse había adelantado un día su salida porque tenía una escala en su agenda. La del corazón, magullada hasta el infinito. De camino a Durban, la delegación encabezada por el presidente Lacroix hizo escala en Ciudad del Cabo, su escenario de postal en el fin del mundo. Fue allí, frente al océano rugiente y muerto, donde rindieron el homenaje que debían a uno de los suyos: Medhi Narjissi, trágicamente desaparecido en el tumulto de estas aguas implacables.

Más allá del proceso, al final habremos apreciado que nada, o muy poco, se haya hecho público sobre este tema. Sin foto, sin vídeo, sin comentarios. Ni en los canales de comunicación oficiales del club, ni en las cuentas privadas de los jugadores, a quienes se había enviado el mensaje de que se guardaran este momento para ellos. En la intimidad de un grupo con una misión, en tierras sudafricanas, y no sólo por el reto deportivo que les espera.

En un mundo donde todo en la vida es escenificado, incluso lo más privado, donde un plato en un restaurante merece una historia y unas vacaciones en el mar un documental en 6 episodios, Toulouse y sus responsables habían elegido la discreción, la que más me conviene. y lo mejor para la contemplación. Tiempo para el pensamiento, para la memoria, para Medhi, lejos de las pantallas y de las lógicas de comunicación que lo inflan todo y hacen un mundo de la nada. Reorientada hacia este momento de valor individual y colectivo, Toulouse pudo finalmente dirigirse hacia Durban. El deber de homenaje cumplido, en secreto de las justas circunstancias. No es tan malo. En la vida no todo es bueno para decir o mostrar.

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