La neurodivergencia es el Es un tema de moda desde hace varios años y el número de diagnósticos va en aumento. Lo cual no es malo en sí mismo, opina nuestra periodista Nathalie Le Blanc. Aun así, el efecto de moda de estos trastornos resta seriedad al tema. En esta columna, mira hacia 2024: ¿será este el año en el que a todo el mundo se le (auto)diagnosticó TDAH?
“El TDAH es un problema grave. La gente suele reírse de ello y decir que todos tenemos un poco de TDAH. Pero ese no es el caso”.
La publicación de Instagram del autor Matt Haig captó mis sentimientos. Y por “sentimientos” me refiero a molestia. Esto se debe a que durante el año pasado, varias personas me aseguraron que lo más probable es que tenga TDAH. Pues sí, porque soy impulsiva, me distraigo fácilmente y una maestra en el arte de la procrastinación. Por eso siempre hay alguien con quien compartir conmigo un test de personalidad online, o peor aún, algún consejo. Suspiro.
Lo peor es que no viene de ayer ni de nuestro reciente entusiasmo por la neurodivergencia. Las personas que me conocen poco o nada ya me han puesto todo tipo de etiquetas durante la última década, y no es casualidad que esas etiquetas correspondieran a los “trastornos de moda” de la época. Porque sí, también hay tendencias en psicología.
Hace diez años, la gente se preguntaba si no serían todos hipersensibles, lo que por supuesto conllevaba la sospecha de un alto potencial. Cuando eso disminuyó, siguió una ola de autodiagnósticos de autismo y todos terminaron en algún lugar del espectro. Durante uno o dos años, parecíamos colectivamente preocupados por nuestros traumas y la inevitable paternidad, y los introvertidos emergieron de las sombras en las que tanto les encantaba residir.
Además de eso, durante los últimos diez años aproximadamente, todos los imbéciles y arpías han sido “narcisistas” y, en 2024, todo el mundo tendrá un poco de TDAH.
Del diagnóstico a la banalización
No me malinterpretéis: el hecho de que estos trastornos sean definidos, diagnosticados y, si es necesario, tratados, me parece una bendición. También es un alivio para aquellos que finalmente obtienen una explicación para sus preguntas, o para sus muchas preguntas.
Pero lo que estoy seguro, al igual que Matt Haig, es que no los tenemos todos. Bromear diciendo que tienes un poco de TOC porque te gusta organizar tus libros por formato es un gran error para quienes realmente viven con un trastorno compulsivo. Y no, no eres un poco autista, eres asqueroso. Minimizar cuestiones graves no ayuda a nadie.
¿De dónde viene este tsunami de autodiagnósticos de TDAH?
Los científicos señalan, entre otros, al Dr. Google/TikTok y a rostros famosos que dicen tener TDAH, dando visibilidad a la enfermedad y dándole una especie de extraño prestigio social. La Sociedad Australiana de Psicología también señala con el dedo a las empresas farmacéuticas, que financian investigaciones con la esperanza de ganar mucho dinero con las curas, y a nuestra cultura, que puede parecer puramente individualista, pero que todavía se centra principalmente en la homogeneidad y el colorido dentro de las líneas.
Una cultura que, además, ha sustituido muchas actividades que requieren concentración –lectura, trabajo manual– por pantallas, lo que no ayuda a nuestra capacidad de atención cada vez más reducida.
Y dado que, lamentablemente, la controversia se ha convertido en el hilo conductor de nuestra sociedad, en línea rápidamente surge otra contradicción, entre personas que son, en realidad o no, idiotas neurodivergentes y neurotípicos.
Lo admito, estoy exagerando.
Pero voy a Instagram con la esperanza de ver fotos de montañas, vislumbres de las salas de estar de otras personas, fragmentos divertidos de espectáculos de monólogos y pinturas de acuarela, y me bombardean con consejos para reducir mi cortisol, ampliar mi menú de dopamina y combatir mi menopausia. Desamor con yoga somático.
Y lo encuentro agotador y aburrido. ¿Pero tal vez sea sólo un síntoma de otro trastorno mental que aún no me han diagnosticado?
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