De casi 85 estados endémicos, 25 sólo identifican menos de diez casos por año. En África, la tasa de mortalidad todavía llega a casi 53 por 100.000. Esto supone el doble del objetivo fijado para 2030 en la política mundial contra la malaria.
Este año, los ministros de salud de más de diez estados africanos que representan más de dos tercios de los casos firmaron una declaración. Están comprometidos a reducir la prevalencia de la enfermedad de manera sostenible y equitativa, en particular fortaleciendo los sistemas de salud.
Casi veinte países también utilizan ahora la nueva vacuna contra la malaria. Se espera que su aumento salve a decenas de miles de niños en los países africanos cada año. A este sistema se suman también las nuevas mosquiteras.
Sin embargo, la financiación sigue siendo insuficiente para hacer frente a la situación. En 2023, alcanzó los cuatro mil millones de dólares según las estimaciones, lejos de los 8,3 mil millones previstos en la política global en esta materia.
Los conflictos, los desastres, el cambio climático y los desplazamientos de población también alimentan las desigualdades observadas en la salud de las poblaciones expuestas a la malaria. La OMS pide inversión en sistemas de salud e infraestructuras de datos sólidas en diferentes estados.
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