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PFAS en la sangre de mujeres embarazadas.

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El trabajo incluyó el uso de esmalte de uñas, perfume, maquillaje y tinte para el cabello.

“Estos son productos cotidianos utilizados por la gente común”, dijo la investigadora Jillian Ashley-Martin de Health Canada. Por lo tanto, es muy útil saber qué sustancias químicas contienen estos productos y cómo pueden afectar las concentraciones individuales de PFAS”.

Los investigadores incluyeron en su estudio a 1.883 participantes en el estudio MIREC, que reunió a 2.001 mujeres embarazadas de diez ciudades canadienses entre 2008 y 2011.

Descubrieron que cuanto más usaba una mujer estos productos de belleza durante el primer trimestre de su embarazo, durante el tercer trimestre o durante dos a diez semanas después del parto, más sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS).

“En comparación con las mujeres que nunca habían usado productos para el cuidado de las uñas, aquellas que los habían usado tenían en promedio concentraciones de 10 a 20% más altas de ciertos PFAS”, citó la Sra. Ashley-Martin como ejemplo.

Sin embargo, dice, dado que los niveles sanguíneos de PFAS tienden a ser bajos para empezar, incluso con “una concentración entre un 10 y un 20 por ciento más alta, la diferencia absoluta en microgramos por litro (de sangre) es bastante pequeña”.

Las PFAS comprenden unas 15.000 sustancias químicas sintéticas y se utilizan en multitud de bienes de consumo, desde ropa hasta utensilios de cocina. Se degradan muy lentamente con el tiempo y se encuentran en el aire, el agua y el suelo de todo el planeta.

Los estudios han demostrado que pueden interferir con la regulación del peso por parte del cuerpo, aumentar el riesgo de ciertos cánceres, retrasar la pubertad en las niñas, aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 en las mujeres y reducir la eficacia del sistema inmunológico.

Sin embargo, hay pocos datos sólidos sobre sus posibles efectos adversos sobre la salud humana y animal.

Los resultados del estudio muestran que el uso de productos de belleza puede ser una fuente modificable de exposición a PFAS en poblaciones de embarazadas y lactantes, escriben los autores. Estos resultados podrían guiar las decisiones individuales para reducir la exposición a las PFAS, añaden.

“Sabemos que las PFAS son (motivo de preocupación) y necesitamos comprender las fuentes de exposición evitables y modificables”, concluyó la Sra. Ashley-Martin. El embarazo es una ventana de vulnerabilidad tanto para la madre como para el niño en desarrollo”.

Los hallazgos de este estudio fueron publicados por la revista científica Environment International.

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