Dominique Langin, de Toulouse, acaba de publicar un estudio que abre la puerta a nuevos fármacos contra la obesidad y sus complicaciones, en particular las enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo activar la grasa parda, “calentando” el cuerpo frío y factor de buena salud cariovascular? El equipo de Toulouse Dominique Langin llevó a cabo un estudio, publicado el 19 de noviembre en la revista Metabolismo celularque establece claramente la vía de activación de las células de grasa parda. Esta ruta, indica Inserm, es “una forma de quemar grasas y permitir perder peso”.
Dominique Langin es profesor universitario, médico hospitalario de la Universidad Toulouse III-Paul-Sabatier y director del Instituto de enfermedades cardiovasculares metabólicas (obesidad, diabetes, aterosclerosis, insuficiencia renal y cardíaca, etc.), 300 personas, 14 equipos de investigación.
Antes de hablar de las virtudes de la grasa parda, ¿cómo podemos diferenciarla de la llamada grasa blanca, es decir, la grasa de nuestros bultos?
Todos conocemos la grasa blanca, también llamada tejido adiposo. Aquí es donde almacenamos energía y la removilizamos cuando nuestro cuerpo lo necesita. Todos los mamíferos tienen grasa blanca, las aves también, es estrictamente imprescindible para una vida sana. Lo que plantea un problema es el exceso, que conduce a la obesidad y a un cierto número de trastornos en el organismo que favorecerán enfermedades cardiovasculares, enfermedades hepáticas y diabetes.
¿Y todos los tienen?
Sí, y puedes enfermarte tanto por exceso de grasa como por falta de grasa.
Es, por ejemplo, imprescindible durante el embarazo. ¡La colonización de las islas del Pacífico, que comenzó en el sudeste asiático y terminó en la Isla de Pascua, no habría sido posible sin nuestras grasas! Tuvimos que movilizar energía constantemente.
¿Todos tenemos grasa parda?
La grasa parda es específica de los mamíferos. Su función original es producir calor para controlar la temperatura corporal. Todos los mamíferos de sangre caliente tienen diferentes mecanismos en su cuerpo para mantener esta temperatura: la grasa blanca, que tiene una función aislante, una especie de efecto “chaqueta de plumas”, y la grasa parda, que es un “radiador”, capaz de generar calor.
La grasa parda se conoce desde hace mucho tiempo; la primera descripción data de finales del siglo XIX. En la segunda mitad del siglo XX descubrimos esta función que desempeña la adaptación al frío.
El primer estudio se realizó con animales que hibernan en los Pirineos: las marmotas acumulan mucha grasa blanca durante el verano y la queman durante la hibernación, cuando su temperatura corporal desciende a 6°C. Cuando te despiertas, es la grasa parda la que elevará tu temperatura corporal de 6°C a 37°C quemando grasa.
Otro ejemplo: el recién nacido. Al nacer, es la grasa parda la que quemará la grasa para que pueda adaptarse a temperaturas más bajas que las que experimentó en el útero.
Todo el mundo tiene grasa parda, pero se pensaba que en los humanos desaparecía muy rápidamente después del nacimiento. La tenemos más o menos, representa como máximo un pequeño porcentaje de todas las grasas, y se sitúa de forma muy discreta y muy precisa a la altura del cuello, de las vértebras, de las glándulas suprarrenales, por encima de los riñones.
Sin embargo, hay dos constantes: cuanto más envejecemos, menos grasa parda tenemos, independientemente de nuestro índice de masa corporal. Por último, cuanto mayor sea el índice de masa corporal, menos grasa parda tendremos, sabiendo que el color marrón está ligado a la función: se debe a pequeños elementos de la célula que son fábricas de producción de calor, son hiperactivos.
De ahí la idea de que si conseguimos reactivar estas fábricas podremos “desabastecernos” de grasa en calor, y por tanto perder peso. Por el momento no sabemos si lo lograremos. En su estado “natural”, el activador fisiológico de este sistema es el frío. Por ejemplo, los nadadores en agua fría tendrán más grasa parda y, en general, cada vez que temblamos, activamos la grasa parda. ¿Pero podemos reactivarlo en un contexto de obesidad o en sujetos de edad avanzada?
“El primer objetivo no es hacer perder peso”
¿Es este el tema de su investigación?
Nuestra investigación se centra en la movilización de grasas: cómo se removilizará la grasa almacenada para su uso. Se sabe que en la grasa parda intervienen dos enzimas.
Pero ¿cuál es la vía de activación? Si queremos desarrollar estrategias y fármacos, necesitamos saber si apuntamos directamente a las células marrones para alimentar las “fábricas” que producen energía y calor, las mitocondrias, o si debemos tomar rutas indirectas. Había dudas desde 2017.
Para ello, eliminamos las dos enzimas únicamente en la célula marrón, en ratones. Quienes ya no tienen las enzimas no pueden controlar su temperatura corporal. Es evidente que la movilización de las grasas en el interior de las células marrones es fundamental. Para llevar a cabo este estudio, nos acercamos al grupo del profesor Carpentier en Sherbrooke, Canadá, que, mediante técnicas de imagen, pudo medir la actividad de producción de calor en el tejido adiposo pardo. De este modo pudimos demostrar que en ratones que ya no tenían enzimas, ya no producíamos calor.
Por tanto, es necesario actuar sobre el tejido adiposo marrón para que funcione y produzca calor.
Otro objetivo de nuestra investigación es comprender las vías por las que el tejido adiposo pardo se transforma en grasa blanca, cuando no se utiliza.
¿Y las enzimas son como llaves que arrancan el motor?
Sí, si imaginamos que el “coche” es el móvil marrón.
¿El objetivo ahora es producir medicamentos?
El objetivo es desencadenar, desde la superficie de la célula marrón, una serie de eventos que activarán las enzimas.
Los objetivos serán los receptores presentes en la superficie de la célula, de modo que si hay un fármaco, éste podrá circular por la sangre y llegar a los receptores.
¿Sabemos cómo hacerlo?
Sí, en modelos animales: inyectamos una molécula que imita el efecto del sistema nervioso que activa la célula marrón con el frío. Pero esta clase de medicamento aún no se puede utilizar en humanos debido a sus efectos secundarios o porque aún no es lo suficientemente eficaz y preciso en su acción.
Actualmente se están estudiando otros tipos de objetivos. Los laboratorios académicos trabajan en moléculas que actúan sobre los receptores, así como los laboratorios privados y las empresas emergentes.
Muchos estudios muestran que las personas que tienen tejido adiposo marrón tienen mejor salud cardiometabólica que aquellas que no lo tienen. El primer objetivo no es hacer perder peso sino reducir el riesgo de desarrollar un problema cardíaco, un problema hepático y prevenir la diabetes.
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