La fiebre de Lassa, una enfermedad viral hemorrágica endémica en África occidental, continúa causando estragos en Nigeria. En 2024, el país registró 190 muertes y 1.154 casos confirmados de los casi 9.500 reportados, según el Centro para el Control de Enfermedades de Nigeria.
Transmitida principalmente por contacto con alimentos u objetos contaminados con excrementos de roedores, la enfermedad es particularmente activa durante la estación seca, entre octubre y mayo. Los estados de Ondo, Edo y Bauchi representan por sí solos casi el 70% de las infecciones, mientras que diez áreas locales representan el 59% de los casos confirmados.
Ante esta alarmante situación, el NCDC activó un Centro de Operaciones de Emergencia para coordinar la lucha contra la epidemia. Este sistema tiene como objetivo intensificar la prevención, mejorar la detección de casos y garantizar un tratamiento rápido de los pacientes.
Las autoridades también se centran en sensibilizar a la población, especialmente en las zonas rurales donde el contacto con roedores es frecuente. Una mejor gestión de los hábitats y las reservas de alimentos podría limitar la propagación de la enfermedad.
A falta de una vacuna, la Organización Mundial de la Salud clasifica la fiebre de Lassa como una enfermedad prioritaria para la investigación y el desarrollo. Los expertos enfatizan la urgencia de fortalecer las capacidades locales de salud pública para prevenir futuros brotes.
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