En el trabajo lucho contra el sedentarismo – Puntos de vista protestantes

En el trabajo lucho contra el sedentarismo – Puntos de vista protestantes
En el trabajo lucho contra el sedentarismo – Puntos de vista protestantes
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Conviene retomar hábitos sencillos, especialmente en la oficina, para capitalizar nuestro bienestar físico y psicológico.

Cada año, el barómetro de Salud Pública de Francia (Ministerio de Salud) mide el nivel de sedentarismo y de actividad física de la población. Las cifras son preocupantes: el 20% de los franceses pasan más de 7 horas al día sentados. Un tercio tiene un alto sedentarismo (más de 8 horas) y un nivel de actividad física insuficiente –o incluso inexistente–. El 95% de los adultos corren el riesgo de sufrir un deterioro de su salud debido a la falta de actividad física y/o al pasar demasiado tiempo sentados.

Sin embargo, pasar largas horas sentado frente a una pantalla -en la oficina o en teletrabajo- o en reuniones tiene graves repercusiones en la salud física y mental, con mayores riesgos de enfermedades crónicas.

Hoy en día, ya no son sólo los accidentes, las caídas o las lesiones los que suponen los mayores riesgos para la salud en el trabajo, sino también la inmovilidad.

Consecuencias físicas y psicológicas.

Los estudios demuestran que estar sentado durante mucho tiempo ralentiza la circulación sanguínea, favorece la acumulación de grasa en las arterias, provoca una pérdida progresiva de masa muscular y genera trastornos musculoesqueléticos. Entre los “trabajadores sentados de larga duración” pueden desarrollarse patologías crónicas: enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, cánceres, etc.

Los efectos no son sólo físicos. La falta de movimiento también contribuye a una mala salud mental. Los empleados sedentarios son más propensos a sufrir ansiedad, depresión y una disminución general de la motivación. Estos riesgos se incrementan con los tiempos de teletrabajo, que favorecen el aislamiento social y la hiperconexión, pero también con los desplazamientos en coche.
Al mismo tiempo, el tiempo disponible para el ocio no está necesariamente orientado al deporte. Los dos fenómenos acumulativos (estilo de vida sedentario y escasa actividad física) potencian los problemas.

En 2019, Futura Sciences ya presentó el modelo de un futuro colega, en quien las posturas y comportamientos en el trabajo tenían repercusiones nocivas.

¿Cuáles son las soluciones para moverse más a diario?

Muchas empresas han comprendido los riesgos para la salud relacionados con el sedentarismo y están desarrollando iniciativas para concienciar, pero también para volver a actuar y ponerse en movimiento.

A nivel colectivo, la primera palanca consiste en repensar los espacios de trabajo. Las empresas pueden equiparse con escritorios regulables en altura, lo que les permitirá trabajar de pie o semisentados. Otros utilizan asientos que crean movimiento, como pelotas, o incluso cintas de correr combinadas con un espacio de trabajo, una solución que, sin embargo, sigue siendo anecdótica. Las reuniones interminables frente a una pantalla o en una sala sobrecalentada pueden ser reemplazadas por “reuniones caminadas”, un concepto digno de Aristóteles, que resulta cada vez más atractivo para los directivos.

Muchas empresas incluyen espacios para la práctica de alguna actividad deportiva, accesibles a los empleados fuera del horario laboral, o facilitando la inscripción a un gimnasio. También están desarrollando una gama de proveedores de servicios que ofrecen descansos activos: una sesión de yoga, un taller de estiramiento o incluso un simple momento en grupo para hacer algunos ejercicios de movilidad pueden romper el círculo mórbido de la inmovilidad.

Por último, centrarse en retos o programas colectivos en torno a la actividad física puede motivar a los empleados de una forma más divertida. Un departamento o un grupo de compañeros pueden afrontar retos como “10.000 pasos por día”, o inscribirse en retos o competiciones deportivas (caminatas, carreras, regatas, etc.), algunas de las cuales incluso tienen un fin solidario, beneficiándose de una ONG o asociación.

De forma individual, lo ideal sería seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS): todos los adultos deberían realizar, durante la semana, una actividad física moderada de al menos 150 minutos (e idealmente 300 minutos) o una actividad intensa de al menos 150 minutos. menos 75 minutos. Esto representa entre 25 minutos y 1 hora de caminata, por ejemplo, al día.

Si este no es el caso, al menos debes tomar medidas para recortar de vez en cuando y volver a incluir pequeñas acciones en tu día a menudo ocupado, pero que pueden tener grandes efectos:

– Levántate cada 30 minutos a 1 hora, si es necesario programando un recordatorio (teléfono, reloj conectado, etc.). Aprovecha para estirarte, caminar unos minutos e incluso beber un vaso de agua.

– Rehabilitar las escaleras : preferir las escaleras al ascensor, aunque sea cada dos veces, es un hábito fácil que puede aumentar rápidamente el nivel de actividad física (¡especialmente si trabajas en La Défense!).

– Llamar mientras camina : al igual que ocurre con la reunión, podemos transformar cada llamada telefónica en una oportunidad para caminar.

– Hacer viajes activos : favorecer sistemáticamente caminar en trayectos cortos, ir al trabajo en bicicleta o bajar antes de una estación cuando se utiliza el transporte público.

El sedentarismo se ha arraigado de forma perniciosa, pero no es inevitable. En nuestra vida diaria lo principal es conseguir encontrar el mayor número de oportunidades posibles para convertirlas en momentos de movimiento.

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