Muchos franceses no se plantearían empezar el día sin un trago de café. Anclada en los hábitos de consumo, es una de las bebidas más consumidas en Francia. El 69% de los franceses consume café a diario, según revela un estudio delObSoCo realizado en 2021. Pero tenga cuidado de elegir su café con cuidado. No todos los cafés disponibles en los supermercados son iguales en cuanto a composición, según informan NOTICIAS. Algunos pueden contener sustancias potencialmente dañinas. Por tanto, es fundamental leer atentamente las etiquetas y saber qué elementos evitar para preservar la salud.
¿Qué tipos de café deberías evitar?
Según nuestros compañeros, hay tres tipos de café en particular que conviene evitar. La primera ? Los que contienen HAP. Al tostar, el café puede liberar hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Estos compuestos aparecen principalmente cuando un alimento se expone a temperaturas muy altas. Su formación también puede estar relacionada con la contaminación ambiental durante el secado del grano. Los HAP están reconocidos como cancerígenos, pero los niveles encontrados en la mayoría de los cafés vendidos en Francia siguen siendo muy bajos, según los análisis. Se sigue recomendando favorecer las marcas que sean transparentes sobre sus métodos de producción para evitar una exposición excesiva a estas sustancias.
Otra cosa a tener en cuenta es la acrilamida, una sustancia química que se forma al cocinar alimentos ricos en carbohidratos. El tostado del café también lo genera. Aunque todo el café contiene acrilamida, es fundamental que esta sustancia se mantenga por debajo del umbral de 400 µg/kg. Más allá de eso, podría presentar un riesgo cancerígeno. Para evitarlo, elige cafés que cumplan con las estrictas normas europeas y favorezcan tuestes suaves, que limitan la formación de esta sustancia.
¿Bichos en el café?
Por último, algunos cafés también pueden contener partículas de insectos. Estos pequeños intrusos pueden colarse en diversos productos como cereales o granos de café. Jean-Michel Berenger, entomólogo, explicó en 2023 en el oeste de Francia que ingeriríamos una media sin saberlo entre 500 gramos y 1 kg de insectos al año. Afortunadamente, esto no supone ningún peligro para la salud. Sin embargo, un buen control de la calidad del grano y una clasificación rigurosa durante la compra pueden ayudar a evitar sorpresas desagradables.
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