La revolución digital continúa perturbando nuestra vida diaria y, naturalmente, el sector de la salud no es una excepción a la regla. Al contrario, él es en realidad uno de los protagonistas de este cambio y parece que todavía estamos lejos de haberlo visto todo. Entonces, ¿cómo surgió la telemedicina como el nuevo estándar en la industria de las consultas sanitarias? Sin más preámbulos, aquí tienes algunas respuestas.
Telemedicina: una práctica no tan nueva
Si bien la democratización de la telemedicina es relativamente reciente, la idea básica, es decir, el hecho de ofrecer procedimientos médicos o paramédicos a distancia, existe, por así decirlo, desde que existen los medios de telecomunicaciones, es decir, casi un siglo. Naturalmente, la práctica se limitaba la mayor parte del tiempo a funciones extremadamente básicas como el intercambio de información oral o escrita (telégrafo, teléfono, minitel). Sin embargo, la llegada de Internet a partir de mediados de los años 1990, pero especialmente a partir de principios de los años 2000, supuso un paso de gigante en las posibilidades que ofrecía la telemedicina. Este punto de inflexión decisivo permitió por primera vez pasar de los simples intercambios telefónicos o de texto al formato de vídeo, abriendo así el camino a la videoteleconsulta. Eso no es todo: la velocidad de transmisión de datos, junto con otras tecnologías innovadoras, permite ahora realizar operaciones quirúrgicas a distancia (telecirugía) o incluso controlar las funciones vitales de un paciente mediante objetos conectados. Se trata, en particular, de un gran avance para la monitorización en tiempo real del nivel glucémico de las personas con diabetes (y no sólo).
La pandemia de Covid-19 como gran acelerador de la democratización de la telemedicina
La crisis sanitaria sin precedentes que vivió el mundo durante la pandemia de Covid-19 supuso un cambio radical en todos nuestros hábitos. La necesidad de reducir al máximo el contacto físico y los riesgos de transmisión ha llevado, si no obligado, a repensar determinadas acciones cotidianas. Éste fue el caso del trabajo, transformado para la ocasión en teletrabajo cada vez que la opción era técnicamente viable. La telemedicina ha seguido el mismo camino con una generalización sin precedentes de las teleconsultas médicas. La posibilidad de poder hablar con un médico desde la comodidad del hogar ha convencido tanto a pacientes como a médicos, incluso más allá del paréntesis de corcho en el contexto de la pandemia. Esta opción hasta entonces relativamente marginal se ha convertido en unos meses en una especie de nueva norma y la solución a muchos males pospandémicos, como el problema de los desiertos médicos o incluso la carrera de obstáculos que representa la logística para determinados pacientes. En este contexto, no sorprende que plataformas de teleconsulta como DoktorABC, Livi, Quare, etc. hayan florecido como nunca antes. Cada uno ofrece sus servicios a su manera (videoconsulta, cuestionario en línea, prescripción en línea, asesoramiento médico, etc.), DoktorABC ofrece, por ejemplo, recomendaciones sobre el uso de diversos medicamentos, información sobre efectos secundarios, descripciones de ingredientes activos como así como multitud de contenidos similares.
y como en cualquier sector competitivo, los pacientes sólo tienen que elegir en función de sus preferencias y afinidades. Atrás quedaron los días en que la telemedicina era una práctica casi confidencial reservada para casos raros y especiales; ahora es una práctica médica por derecho propio;
Una vuelta relativa a la normalidad, pero perspectivas de futuro que dejan a uno soñando
Si bien es innegable que el período relacionado con la pandemia de Covid-19 fue un acelerador impresionante para la democratización de la telemedicina, el regreso a la normalidad se ha ido sintiendo gradualmente. Así como el teletrabajo vuelve a perder terreno, la telemedicina no ha vuelto al anonimato, ni mucho menos. Por otro lado, algunos hábitos cuestan morir. Así, a pesar de que las cifras de teleconsulta se mantienen en niveles absolutamente respetables, los picos registrados durante la pandemia han pasado. A partir de ahora, estas últimas sólo representan entre el 2 y el 3% de las consultas médicas, lo que sigue representando cerca de un millón de teleconsultas mensuales. Las razones de este relativo retorno a la normalidad (más allá del fin de la pandemia) son múltiples. Es sobre todo una cuestión de costumbre, hasta el punto de que algunos pacientes (especialmente las personas mayores) generalmente prefieren atenerse a lo que les resulta familiar a través de las consultas tradicionales. Algunos también pueden encontrar dificultades técnicas al utilizar herramientas digitales. Por último, la telemedicina todavía encuentra algunos límites médicos en la medida en que ciertos exámenes aún requieren la presencia física del paciente. Sin embargo, los obstáculos parecen ir superándose gradualmente en todos los niveles. En primer lugar, la digitalización continúa su irresistible avance, tanto entre los profesionales de la salud como entre el público en general, con la generalización de Internet de alta velocidad incluso en zonas remotas y la llegada de una generación que ha crecido con herramientas digitales. Finalmente, la aceleración de las velocidades de Internet sumada a las nuevas tecnologías como la IA, la robótica, los objetos inteligentes conectados, etc. abren un vertiginoso campo de posibilidades para la telemedicina.
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