LO ESENCIAL
- Un estudio longitudinal muestra que casi la mitad de nuestra inteligencia a medida que envejecemos depende de nuestras capacidades cognitivas infantiles. Al seguir a los individuos desde la década de 1930, el estudio revela que aquellos con buenos puntajes a los 11 años a menudo mantienen mentes agudas hasta la vejez.
- El resto del rendimiento cognitivo depende de factores como la actividad física, la socialización y la educación, aunque cada factor tiene un efecto limitado.
- La investigación también destaca la influencia de los genes y la epigenética, al tiempo que muestra que el deterioro cognitivo varía mucho entre individuos.
En 1932, mientras el mundo sufría los efectos de la Gran Depresión, Escocia lanzó una iniciativa única: probar la inteligencia de casi todos los niños de 11 años. Casi un siglo después, estos datos históricos se convirtieron en la base de uno de los estudios de mayor duración sobre el envejecimiento cognitivo, el Lothian Birth Cohorts, realizado por la Universidad de Edimburgo, Escocia.
Los fundamentos del “capital cognitivo” sostenible
La investigación, publicada en la revista Psiquiatría genómicasiguió a decenas de miles de participantes nacidos entre 1921 y 1936, evaluando su inteligencia desde la infancia hasta la vejez, después de varias décadas. Las pruebas cognitivas, los exámenes físicos y los análisis genéticos regulares revelaron una amplia variación en el envejecimiento cerebral de los voluntarios. Algunas personas de 73 años mostraron cerebros en mucho mejores condiciones que sus contemporáneos, lo que ilustra la diversidad de trayectorias de envejecimiento.
Es importante destacar que los resultados muestran que aproximadamente la mitad de nuestra inteligencia en la vejez está relacionada con nuestro nivel intelectual a los 11 años. Ian Deary, profesor de la Universidad de Edimburgo, explica en un comunicado de prensa: “Incluso después de siete décadas, encontramos correlaciones de 0,7 entre las puntuaciones cognitivas de la infancia y la edad adulta”. En otras palabras, nuestra capacidad mental básica actúa como un “capital cognitivo” influyendo en nuestro desempeño décadas después.
La mitad restante de nuestro rendimiento cognitivo está influenciada por varios factores, incluida la actividad física, la dieta o las interacciones sociales. El estudio muestra que los efectos combinados de pequeños hábitos positivos, como hacer ejercicio, continuar con la educación y evitar fumar, ayudan a mantener la salud cognitiva. Los investigadores señalan, sin embargo, que ninguno de estos elementos constituye una solución milagrosa para mantener una mente joven.
El papel de los genes y la epigenética en el envejecimiento
El equipo de investigadores también exploró la influencia de ciertos genes en el envejecimiento cognitivo, en particular APOE e4, que está relacionado con un mayor riesgo de deterioro. Sin embargo, los efectos genéticos son complejos y a menudo modestos. Un área emergente es la epigenética, incluida la metilación del ADN, un cambio químico influenciado por la edad que podría predecir la longevidad.
Finalmente, este estudio muestra que el deterioro cognitivo no es sistemático ni uniforme. EL “capital cognitivo” La infancia tiene un papel fundamental, pero nuestras elecciones de estilo de vida pueden influir en el curso de este envejecimiento cerebral. Al combinar hábitos de vida saludables y estimulación intelectual, cada uno de nosotros puede promover una trayectoria cognitiva más estable.