Según un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tuberculosis (TB) ha vuelto a convertirse en la principal causa de muerte por enfermedades infecciosas en todo el mundo. De hecho, durante 2020 y 2021, la pandemia de COVID-19 provocó un mayor número de muertes. En 2023, sin embargo, la tuberculosis habría causado alrededor de 1,25 millones de muertes, superando con creces las 320.000 muertes causadas por la COVID-19 el mismo año. Este regreso a la cima del ranking ilustra una amenaza persistente que la comunidad internacional ha estado trabajando para controlar durante décadas.
Una enfermedad antigua, pero aún virulenta
Causado por bacterias micobacteria tuberculosisla tuberculosis se transmite por el aire, a menudo a través de gotitas cuando una persona infectada tose, habla o estornuda. La bacteria puede residir principalmente en los pulmones, pero también puede afectar a otras partes del cuerpo. Aunque curable, la tuberculosis sigue existiendo fatal para casi el 50% de las personas no tratadas. Actualmente, 10,8 millones Más personas están infectadas en todo el mundo, un aumento de 10,1 millones en 2020.
La enfermedad está especialmente presente en determinadas regiones: en 2023, el 87% de los casos mundiales se concentrarán en sólo treinta países, entre ellos India, Indonesia, China, Filipinas y Pakistán. Solo estos cinco países representan el 56% de todos los casos registrados, lo que demuestra la distribución geográfica desigual de esta epidemia.
Progresos, pero financiación insuficiente
Los esfuerzos para controlar la tuberculosis se han visto interrumpidos por la pandemia de COVID-19, que ha desviado recursos médicos y fondos para combatir el coronavirus. En 2020 y 2021, el número de muertes por tuberculosis aumentó hasta alcanzar 1,42 millones en 2021 frente a 1,34 millones de personas en 2019.
A pesar de todo, elLas tasas de mortalidad por tuberculosis ahora muestran una ligera disminución en comparación con los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, todavía es necesario realizar esfuerzos importantes en el objetivo de poner fin a la epidemia mundial de tuberculosis para 2030, como desea la OMS.
En particular, es necesario aumentar enormemente la financiación. En 2023, solo se asignaron 5.700 millones de dólares a servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis, muy por debajo del objetivo anual de 22.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, las inversiones en investigación se han limitado a mil millones de dólares, mientras que la OMS pide cinco veces más para apoyar las innovaciones necesarias.
A pesar de los obstáculos, el informe de la OMS sigue siendo optimista sobre algunos avances. Actualmente se encuentran seis nuevas vacunas en ensayos clínicos de fase III, una señal alentadora para mejorar las opciones de prevención. Estas nuevas vacunas podrían estar disponibles en los próximos cinco años, lo que brindará una esperanza real de limitar la propagación de la enfermedad y reducir su impacto.