Maéva Vermette, estudiante de 3er añomi año a Licenciatura en Derecho Licenciada en la Universidad de Sherbrooke y asidua a los festivales, nunca ha tenido miedo de disfrutar de su música favorita en Montreal. Fue durante una inyección con una jeringa potencialmente contaminada en ÎleSoniq el 10 de agosto que rápidamente se familiarizó con el tratamiento post-exposición contra el VIH y la hepatitis.
“Me sentí como una carga en el sistema”, dice. En los momentos siguientes, llamó al 911 y se dirigió al hospital más cercano. Primero rechazada en las urgencias del hospital de Verdún, Maéva acudió al Centro Hospitalario de la Universidad de Montreal (CHUM), no sin problemas. “Tuve que convencer a una enfermera, luego a un médico y finalmente al responsable de urgencias”, lamenta. Finalmente fue atendida dentro de las 72 horas siguientes a su terrible experiencia en la Clínica Médica Urbana del Barrio Latino (CMUQL).
Este retraso es “muy importante” para las personas que entran en contacto con el VIH o la hepatitis, explica Camille Angers, enfermera clínica del CMUQL. Esta enfermera con ocho años de experiencia sólo intervino en un puñado de casos de festivales el verano pasado.
Falta de comunicación con el CHUM
Aunque Maéva y otros pacientes como ella fueron remitidos a los servicios de urgencia del CHUM, la señora Angers afirma que no existe ningún acuerdo formal entre el CHUM y su clínica para apoyar a este tipo de clientela.
“Sería bueno tener una discusión con el CHUM”
Camille Angers
La profesional nota un aumento de estos casos en la clínica: media docena por año, estima. Considera que es necesario llegar a un acuerdo y evaluar la capacidad del personal de enfermería de la clínica para “prevenir este tipo de casos en el futuro”. El CMUQL ha establecido un convenio con Actuel, clínica también con una misión de prevención y salud sexual. Ambos abren alternativamente los sábados y domingos y reciben a los pacientes redirigidos por la sala de urgencias de CHUM.
La vida en suspenso durante tres meses
Dolor de estómago, náuseas, fatiga: esto es todo lo que los pacientes pueden esperar durante los 28 días de tratamiento posteriores a la exposición al VIH. Tienen a su disposición varios medicamentos, como Truvada, Isentress y Vicarvi. Para Maéva Vermette, los efectos secundarios fueron numerosos y ralentizaron a la joven deportista durante una semana.
Todavía está esperando alcanzar el umbral de tres meses después de la exposición para que sus muestras indiquen con precisión si estaba infectada con el VIH. Al salir de su primera cita de seguimiento en el CMUQL, Maéva descubre que el cribado tiene una tasa de eficacia del 85% un mes después de la exposición. La enfermera clínica Camille Angers entiende que a la mayoría de sus pacientes no se les informa sobre la profilaxis post-exposición hasta que la necesitan.
Clima tenso en el festival
La mayoría de los casos de agresión y violencia sexual observados en los festivales de Montreal están “relacionados con el alcohol”, según Alexandrine Beauvais-Lamoureux, cofundadora y directora ejecutiva de la organización Scène & Sauve. En los festivales, la organización despliega sus “centinelas”, es decir, empleados formados en primeros auxilios. Beauvais-Lamoureux señala que el terreno es más peligroso que cuando llegó en 2021. Según ella, intervienen dos factores: el contexto sociopolítico cada vez más polarizado, en el que mujeres y hombres jóvenes acampados en divisiones políticas “despertaron” y “anti-despertar”, y el hecho de que la mayoría de los jóvenes de entre 18 y 25 años que asisten a festivales se hayan visto “privados de contactos sociales y experiencias formativas” durante la pandemia.
El problema es “institucional”
La cofundadora de Scène & Sauve nunca ha visto un ataque con una jeringa en el transcurso de su trabajo. Según ella, la presencia de su organización en los festivales es “un factor disuasorio”. También candidato a Maestría en Salud Pública En la Universidad de Montreal, cree que la red sanitaria no está preparada para afrontar esta nueva realidad. “Esto no se debe a la falta de preparación de los implicados para reaccionar a posteriori”, afirma, sino a la “falta de inversión en prevención”, lo que, en su opinión, es un defecto institucional. Maéva Vermette no ha olvidado su experiencia. de “dar vueltas” en la red de salud, como ella misma lo describe, y continúa contando su recorrido en su página de Tiktok. Mientras espera su tercer y último control del VIH, son los “dos meses de espera” los que hoy la mantienen en vilo.