La dieta mediterránea está de moda porque representa lo que hemos perdido

-

Está en boca de todos y en muchas mesas, una promesa de salud y longevidad, representativa de un estilo de vida activo y comunitario, bajo auspicios cálidos y soleados.

La diète méditerranéenne – ou régime méditerranéen – est inscrite sur la liste du patrimoine immatériel de l’Unesco depuis 2010. Elle est un gage de valeur culturelle, mais elle est aussi un puissant outil stratégique de promotion de produits alimentaires, par exemple de l’ aceite de oliva.

A menudo mencionada por sus beneficios para la salud, la dieta mediterránea fue descrita por primera vez en 1953 en un libro dedicado a Creta. Nos sorprendió entonces la baja incidencia de enfermedades cardiovasculares entre los habitantes de la isla griega, en comparación con los europeos del norte.

Esta dieta, basada en aceite de oliva, invita, entre otras cosas, al consumo de alimentos frescos, frutas y verduras de temporada y cereales integrales. Encarna la esencia del estilo de vida mediterráneo. Según la definición de la UNESCO:

Se trata de un conjunto de saberes, conocimientos, rituales, simbolismos y tradiciones que atañen a los cultivos, las cosechas, la recolección, la pesca, la cría, la conservación, la transformación, la cocina y, muy particularmente, la forma de compartir la mesa y consumir los alimentos. Comer juntos constituye la base de la identidad cultural y la continuidad de las comunidades de la cuenca mediterránea. Es un momento de intercambio y comunicación social, de afirmación y reconstrucción de la identidad de la familia, grupo o comunidad.

El aceite de oliva está en el corazón de la dieta mediterránea. Esto vende longevidad, salud y felicidad bajo auspicios cálidos y soleados.
(Persiana)

Pero más allá de sus impactos en nuestra salud, ¿qué nos dice la dieta mediterránea sobre nosotros mismos, como sociedad? ¿De qué es síntoma?

Investigador postdoctoral en la Facultad de Ciencias de la Gestión de la UQAM, mi investigación se encuentra en la intersección de los estudios de patrimonio y turismo, alimentación y salud mental.

En 2021, realicé una investigación de campo, en Cilento (Italia), en Soria (España) y en Marsella (Francia), donde cuestioné el apego de los habitantes a la dieta mediterránea. Escuché sus historias y luego rastreé la red de dinámicas locales y sociales en el corazón del concepto de dieta mediterránea.


Lea también: La dieta mediterránea mejora la salud intestinal y ayuda a envejecer mejor


El espejo de una profunda crisis social

El concepto de dieta mediterránea se refiere así a un estilo de vida que fortalece las relaciones sociales y es bueno para la salud. Todo parece muy simple y coherente.

Sin embargo, la sociedad en la que vivimos dificulta la satisfacción de estas necesidades básicas. Estas dimensiones sanitaria y social son muy buscadas porque constituyen la base de un equilibrio que falta en las sociedades globalizadas.

Claude Fischler, sociólogo de la nutrición humana, describe la crisis multidimensional del sistema alimentario que azota a las sociedades modernas.

Según él, se está desarrollando una psicopatología de la alimentación diaria. Se caracterizaría “por alteraciones del apetito, ataques bulímicos, picoteo ansioso o compulsivo, etc”. Basta pensar en el consumo de alimentos ultraprocesados ​​o de comidas preparadas y congeladas, consumidas solo frente al televisor por la noche o frente al ordenador durante la pausa para la cena.

Una comida en O Vicolo ‘E L’Alleria, en Battipaglia, Italia. Comer juntos constituye la base de la identidad cultural y la continuidad de las comunidades de la cuenca mediterránea.
(Autor)

En esta perspectiva alimentaria psicopatológica, que es también el espejo de una crisis social, se ponen en marcha mecanismos de reactivación cultural (y aquí alimentaria). La carrera hacia la dieta mediterránea es un reflejo de esta crisis social, porque es lo opuesto a nuestra forma de vida.


Lea también: Beber un vaso de aceite al día, el secreto mediterráneo para una larga vida


Con su inclusión en la lista de la UNESCO, la dieta mediterránea se ha convertido en un prestigioso “monumento” del arte culinario mediterráneo.

Esta cultura alimentaria está mitificada y convertida en patrimonio tras haber sufrido un proceso irreversible de erosión de los sistemas de producción y consumo de alimentos en el área mediterránea.

Gastronativismo: la política en el plato

El ámbito alimentario es uno de los lugares privilegiados para expresar las inquietudes y angustias de la vida contemporánea.

Fabio Parasecoli, investigador en estudios alimentarios, describe estas preocupaciones provocadas por la globalización como gastronativismo. Consiste en “el uso ideológico de la comida en política para promover ideas sobre quién pertenece a una comunidad (como quiera que se defina) y quién no”.

El gastronativismo encarna así una herramienta política que proporciona “un sentimiento de arraigo, de comodidad y de seguridad” frente a la sensación de colapso que se siente (cambio climático, guerras, pandemias, globalización, etc.).

La dieta mediterránea encaja en esta lógica gastronativista ya que encarna un estilo de vida que podemos adoptar.

Diferentes significados de la dieta mediterránea, según las comunidades alimentarias

A menudo escuchamos hablar de la dieta mediterránea a instituciones y académicos. Por otro lado, rara vez escuchamos el punto de vista de las comunidades que practican este modo de vida.

Mi investigación de campo, en 2021, tuvo como objetivo comprender las diferentes formas de definir, describir, comprender y vivir la dieta mediterránea, según las comunidades.

Una mujer tiene los brazos extendidos hacia un racimo de aceitunas en un árbol.
La dieta mediterránea implica un conjunto de conocimientos, conocimientos y rituales que se refieren, en particular, a los cultivos, las cosechas y la recolección.
(Persiana)

En Cilento, la dieta mediterránea evoca el “estilo de vida”. Es un hecho de identidad y una referencia al ámbito sociocultural en sentido más amplio (“nuestro estilo de vida”, dicen los habitantes).

En Soria encarna un “modelo nutricional” y forma parte del ámbito sanitario: los adjetivos más utilizados son los de “sano”, “sano” y “consciente de la salud”.

En Marsella, el término “dieta” hace referencia a una imaginación ligada al ayuno, las privaciones y la abstención alimentaria, mientras que el término “mediterráneo” se refiere a alimentos orgánicos, de temporada y saludables. La referencia es más bien al ámbito agroalimentario.

Un “sismógrafo sociocultural”

Ya sea entendida como un modelo nutricional, una forma de vida o un patrimonio inmaterial, la dieta mediterránea es una salida de emergencia para un sistema (social, alimentario, económico, medioambiental) en crisis y en continua búsqueda de referentes.

Los sismógrafos son instrumentos que registran y miden terremotos. Como un “sismógrafo sociocultural”, la dieta mediterránea permite captar las vibraciones, es decir, los cambios que se producen en la sociedad contemporánea y a los que se enfrentan las prácticas culturales (y dietéticas).

-

PREV Salud: atención a las intoxicaciones accidentales más frecuentes en niños
NEXT Factores de riesgo del cáncer de cuello uterino: ¿cómo protegerse?