EDITORIAL. Comida chatarra: sal, azúcar, grasas… ¡Qué asco! ¡Tenemos que responder!

EDITORIAL. Comida chatarra: sal, azúcar, grasas… ¡Qué asco! ¡Tenemos que responder!
EDITORIAL. Comida chatarra: sal, azúcar, grasas… ¡Qué asco! ¡Tenemos que responder!
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Sal, azúcar, grasa. Mezclados, homogeneizados, liofilizados, extruidos, hidrogenados, inflados, amasados, retorcidos… Esto es lo que la industria alimentaria lleva décadas intentando hacernos tragar con estos alimentos ultraprocesados. ¡Qué asco! ¡Es la respuesta!

En primer lugar, porque esta alimentación se ha alejado de la realidad. Imita viejas recetas de antaño para hacernos quererlas, pero utiliza métodos industriales para elaborar platos desnaturalizados. Es una comida reconfortante, que quiere infantilizarnos para que consumamos sin pensar… Sin embargo, estas preparaciones, aunque siguen siendo baratas, utilizan los productos más baratos, algunos de los cuales a veces no son muy apetitosos. Recordemos que hace unos años descubrimos el “mineral de caballo” en la lasaña. Estos son los “alimentos” que permiten a las industrias obtener mayores beneficios. En general, la materia prima está lejos de ser de alta gama. Todo esto está bien empaquetado, y los anuncios nos sumergen en un mundo de ensueño de lindas vacas consentidas o cerdos felices… La realidad es mucho más sórdida.

Por último, y lo más importante, esta comida basura es peligrosa para nuestra salud. El exceso de azúcar es una cinta transportadora para la diabetes. La sal y la grasa dañan los vasos sanguíneos. Y no hablemos de todos los aditivos, cuyos efectos aún se desconocen… La obesidad es una epidemia mundial. Mil millones de personas tienen sobrepeso. Y a menudo son las poblaciones más desfavorecidas las que la padecen. Son ellas las que consumen principalmente estos productos prefabricados, y las que no tienen la información que les permitiría tomar precauciones. Y desintoxicarse de ellos. Porque la comida basura también es adictiva. Y está enzarzada en una feroz batalla de comunicación para hacernos tomar sus vejigas indigestas por linternas de la gastronomía… ¡Ojo: los grandes grupos no dudan en mostrar sus músculos. Así, algunos se han retirado del Nutriscore: ¡una auténtica confesión!

Hace medio siglo, en la escuela secundaria se impartían clases de cocina. Una enseñanza un tanto patriarcal, porque estaba dirigida principalmente a las chicas y que desde entonces ha desaparecido. Pero ¿no deberíamos, desde la escuela, enseñar a todo el mundo dietética, higiene alimentaria y, al mismo tiempo, los principios básicos de la cocina, que las generaciones más jóvenes ignoran? Nuestros alumnos de secundaria abandonarían TikTok por un momento para destripar una trucha, pelar patatas, desglasar una sartén, cocinar a fuego lento un guiso y comprobar que no es tan complicado preparar una comida sana y equilibrada, que además esté sabrosa. Esta transmisión generacional se ha perdido. Sería una gran misión para la escuela de un país de gastrónomos enseñar a comer bien.

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