Mientras la carrera por el liderazgo del PLQ está en marcha, el votante medio de habla francesa se encoge de hombros, tan completo es el divorcio entre este partido y este votante. Esta indiferencia es un error, porque desde hace más de 150 años, el destino de Quebec y el de este partido están unidos.
Desde la nacionalización de la hidroelectricidad hasta el francés como lengua oficial y el seguro médico, el PLQ estuvo en el origen de importantes reformas que modernizaron a Quebec. Hay que decir que se trata de un partido cuya ideología, aunque sigue siendo federalista, se adapta al espíritu de los tiempos. Ésta es su fuerza… pero también su debilidad, porque en nuestra era de polarización, un partido debe tener una oferta política clara.
Esto es lo que le falta al PLQ desde 2018. Bajo Philippe Couillard, era un partido de centro derecha antinacionalista. Bajo Dominique Anglade, intentó un giro hacia el centro izquierda y hacia un cierto nacionalismo, antes de tener que dar marcha atrás debido a la presión de su base angloparlante, lo que llevó a su erradicación electoral del Quebec francés. Desde entonces ha estado buscando…
Todo indica que el líder de la carrera, Pablo Rodríguez, aclararía la oferta del PLQ moviéndola hacia el centro izquierda, para oponerse a la política de control del gasto del CAQ y porque es la única posición que puede encarnar un ex lugarteniente del gobierno Trudeau. También le haría evolucionar hacia una fachada de nacionalismo, ocultando el verdadero antinacionalismo de este trudeauista.
¿Es esta la receta del éxito? No, porque el antinacionalismo es repelente. A pesar de ello, hay esperanza para el PLQ, debido al cansancio del poder del CAQ. Y sobre todo, porque la historia de Quebec nos enseña que en caso de batalla entre nacionalistas y antinacionalistas, los primeros suelen ganar, mientras que en caso de batalla entre soberanistas y federalistas, son los segundos los que triunfan más a menudo. .
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