Hay que seleccionar la opción 3D en la cartografía para comprender la extensión de los metaversos que separan a nuestros 36 navegantes en solitario que siguen regateando en esta décima edición de la Vendée Globe. Sólo ahí, al inclinar la tierra con nuestro todopoderoso clic como si fuera una bola navideña multicolor, y al situarnos desde el punto de vista de la Antártida, nos damos cuenta de que los pingüinos definitivamente tienen todo un rosario que contemplar…
Porque entre el actual líder Yoann Richomme (PAPREC-ARKÉA) – con su colosal ventaja de 2 millas sobre su segundo clasificado Charlie Dalin (MACIF Santé Prévoyance) – y el último de la tropa, el belga Denis Van Weynbergh (D’Ieteren Group , 36), ahora hay más de medio planeta de distancia. Los dos primeros verán el Cabo de Hornos y el fin del Pacífico antes de que el farolillo rojo vea el Cabo Leeuwin, y el principio del fin del Índico. ¿Te imaginas? En la madrugada del 23 de diciembre, más de 6.800 millas los separan: 12.600 kilómetros tan vertiginosos como se miden…
“El pavo de broma”
“Es cierto que son dos mundos diferentes, y eso es lo que hace que la Vendée Globe sea tan rica”comentó anoche el regatista belga, que construyó pacientemente su sueño de un bucle largo, gracias a su equipo 100% voluntario y a esta pugnancia que nadie podrá quitarle jamás. Entonces sí, está lejos y lo sabe muy bien, pero eso no le impide liderar su carrera, contra sí mismo, contra los peligros y, sobre todo, contra los elementos:
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