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Benabdallah y la persistente y hostil obsesión argelina

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Durante la quinta sesión del Comité Central de su partido, este domingo 22 de diciembre de 2024, Nabil Benabdallah, secretario general del Partido del Progreso y el Socialismo (PPS), pronunció un incisivo discurso denunciando a una Argelia encerrada en una postura hostil hacia todo. que toca a Marruecos.

Esta implacabilidad, según él, refleja una estrategia de distracción costosa y estéril, en detrimento de las aspiraciones de cooperación y progreso de los pueblos de la región. En su discurso, Benabdallah subrayó que “laLos dirigentes argelinos persisten en aferrarse a quimeras, negándose a reconocer las transformaciones positivas y los avances diplomáticos de Marruecos en la escena internacional“. Si bien Rabat ha logrado éxitos notables gracias a la diplomacia proactiva encabezada por el rey Mohammed VI, Argel está sumida en conspiraciones obsoletas, heredadas de una época pasada en la que las rivalidades ideológicas dominaban la región.

Oposición visceral y anacrónica

El secretario general del PPS destacó también los esfuerzos de la diplomacia marroquí para cerrar irrevocablemente la cuestión del Sáhara marroquí. Entre el reconocimiento internacional de la soberanía marroquí sobre sus provincias del sur y el creciente apoyo al plan de autonomía propuesto por Rabat, Argelia sigue aislada en su apoyo ciego a una entidad ficticia, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Según Benabdallah, esta obsesión antimarroquí refleja la incapacidad de los líderes argelinos para centrarse en sus propios desafíos internos. Criticó “el gasto sin sentido de Argelia en campañas hostiles contra Marruecos”, mientras el pueblo argelino enfrenta acuciantes problemas sociales, económicos y políticos.

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«En lugar de responder a las aspiraciones legítimas de los ciudadanos, el régimen insiste en proyectar una imagen de enemigo externo, con la esperanza de desviar la atención de las graves deficiencias de la gobernanza.“, dijo. Benabdallah también denunció “los constantes esfuerzos por sembrar el odio hacia Marruecos y sus instituciones en la mente del pueblo argelino», una estrategia que califica de irresponsable y contraproducente.

Mientras el régimen argelino se hunde en una postura de aislamiento, Marruecos sigue aprovechando asociaciones sólidas y un enfoque constructivo. El apoyo de las grandes potencias, en particular Estados Unidos, España y Francia, a la solución marroquí al conflicto del Sahara ilustra un cambio decisivo en el equilibrio.

Argelia ante la triunfante diplomacia marroquí

Benabdallah también saludó el impulso africano del Reino de Marruecos, que se ha convertido en un actor clave en el continente gracias a una estrategia clara y ambiciosa. “Argelia debería aprender de este éxito en lugar de persistir en una actitud hostil que no conduce a ninguna parte.“, insistió.

Y, para agregar: “ A pesar de la legitimidad jurídica y las realidades históricas, así como de la política de mano tendida de nuestro país hacia nuestro vecino hermano, Argelia, sus dirigentes persisten en perderse en un universo de ilusiones. Se oponen al deseo de los pueblos del Magreb de construir juntos un futuro común, persisten en su hostilidad hacia todo lo marroquí y multiplican las provocaciones, los complots y las maniobras encaminadas a perjudicar a nuestro país y sus intereses. Peor aún, están trabajando para destilar un veneno de odio contra Marruecos, sus instituciones y su pueblo. ».

La actitud de Argelia hacia Marruecos no es sólo un simple desacuerdo entre vecinos; atestigua un profundo rechazo de todo lo que simboliza apertura y progreso. Esta postura, alimentada por una intensa propaganda estatal, refleja el miedo a perder el control de una narrativa histórica e ideológica construida en torno al antagonismo hacia Marruecos.

En realidad, esta implacabilidad sistemática es más bien una estrategia de supervivencia política para un régimen que está perdiendo legitimidad interna. En lugar de invertir en reformas estructurales para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, Argel prefiere invertir en campañas de desinformación y costosas acciones diplomáticas para frustrar el progreso marroquí.

Pero, a medida que se fortalece el reconocimiento internacional del Sáhara marroquí, el régimen argelino corre el riesgo de encontrarse solo, prisionero de sus ilusiones. Esta incapacidad para adaptarse a las realidades geopolíticas contemporáneas bien podría empeorar su aislamiento, no sólo en el escenario regional, sino también entre su propio pueblo.

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