Convención contra la tortura, 40 años después

Este diciembre de 2024, mientras celebramos el 40º aniversario de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura (CAT), imágenes recientes de las cárceles sirias nos recuerdan que la tortura sigue muy presente a nivel mundial. Por otro lado, este aniversario es también una oportunidad para hacer balance en casa. Ginebra es una ciudad emblemática por su activismo que a menudo mira a nivel internacional, pero ¿qué pasa con la prevención de la tortura en Suiza? Suiza es citada a menudo como un ejemplo internacional por su calidad de vida. Sin embargo, entre el hacinamiento carcelario y la violencia policial, el país todavía tiene margen de mejora.

Aunque Suiza es la cuna de la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT), Suiza no condena explícitamente la tortura en su Código Penal, a pesar de la obligación de tipificarla como delito por parte de la CAT. “Es una forma de invisibilizar una realidad que existe en Suiza, es decir, el uso de la violencia, especialmente por parte de agentes estatales, contra personas en situación vulnerable”, explica Olivier Peter, abogado ginebrino dedicado a la defensa de los derechos humanos. y miembro del consejo ejecutivo de la OMCT.

En Suiza, los solicitantes de asilo, incluidos los menores no acompañados, son particularmente vulnerables. Según Olivier Peter, “hay en particular un caso en el que refugiados menores de edad denunciaron haber sufrido violencia por parte de agentes de seguridad privados ordenados por las autoridades federales y encerrados en locales durante horas sin base legal”. El hacinamiento en las prisiones también es preocupante. En Ginebra, la prisión de Champ-Dollon excede periódicamente su capacidad, agravando las condiciones de detención, en contra de las normas internacionales.

¿Qué debería hacer entonces Suiza? “Debemos criminalizar la tortura. La credibilidad de la política contra la tortura requiere la implantación en Suiza de buenas prácticas que podremos exportar mejor. También debemos apoyar a las organizaciones que están en primera línea, así como a los defensores de los derechos humanos, mediante una política eficaz de asilo, acogida y apoyo”, afirma Olivier Peter. “La suspensión por parte del DFA de la financiación a organizaciones palestinas de derechos humanos, esenciales para documentar la tortura y los malos tratos por parte de las autoridades israelíes, es un ejemplo inaceptable de falta de coherencia”.

A pesar de sus deficiencias, Ginebra tiene un papel especial que desempeñar como ciudad de derechos humanos y se destaca como un ejemplo a nivel nacional. “Ginebra es a veces más valiente que otros cantones y toma medidas como ciudad y como cantón para avanzar hacia un mayor reconocimiento de los derechos humanos”, explica Olivier Peter. La Constitución de Ginebra establece derechos fundamentales que no figuran en la Constitución federal. “Es un cantón que puede servir de ejemplo a nivel nacional, particularmente en la lucha contra la trata de personas. Es también la consecuencia de una sociedad civil fuerte y consolidada, apoyada en su trabajo local por la Ciudad, que presiona a las autoridades y que permite ciertos avances”.

El respeto de los derechos humanos debe comenzar en casa y, con motivo del 40º aniversario de la Convención contra la Tortura, Suiza tiene la oportunidad de cuestionar sus compromisos internacionales y sus prácticas locales. Como señala Olivier Peter, “tenemos el privilegio de poder decir y hacer lo que hacemos sin la amenaza de prisión. Pero es una responsabilidad adicional: tenemos que hablar aún más alto por las personas que lamentablemente no pueden hacerlo”.

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