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Invierta en tecnología, pero céntrese en las personas

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Durante más de 40 años, he visto surgir soluciones innovadoras gracias a los avances en TI. Estas tecnologías han transformado la forma en que trabajamos y vivimos, pero nunca, en todo este tiempo, ninguna de estas soluciones ha reemplazado a los humanos. Las personas siguen siendo el recurso más importante para las empresas y cualquier organización, ya sea pública o privada. Son los humanos quienes diseñan, implementan y utilizan tecnologías para satisfacer las necesidades específicas de su entorno. Al contrario de lo que algunos afirman promocionar sus servicios, los humanos no son un simple complemento ni “aumentados” por la tecnología: son ellos quienes dan significado a las herramientas y las adaptan a contextos complejos.

Los agentes de IA marcan un avance apasionante en la informática. Estos sistemas, combinados con los poderes de la IA generativa, son capaces de planificar, ejecutar y automatizar tareas complejas, que van desde el análisis de datos hasta la gestión estratégica de procesos. Su potencial da lugar a debates sobre su capacidad para sustituir a los humanos en funciones esenciales, pero esta idea es una utopía tecnológica.

La IA generativa, a pesar de su destreza en la creación y automatización de contenidos, sigue estando fundamentalmente limitada por su incapacidad para sentir, razonar o adaptarse a entornos cambiantes. Opera sobre bases estadísticas y datos existentes, sin comprender el contexto humano. Por el contrario, los humanos tenemos intuición, creatividad y flexibilidad irremplazables, particularmente en situaciones complejas donde la reflexión ética y las relaciones sociales son esenciales.

Así, los agentes de IA y la IA generativa, aunque eficaces para automatizar tareas repetitivas, transforman los roles humanos sin eliminarlos. Secretarias, desarrolladores y tomadores de decisiones ven evolucionar sus trabajos para colaborar con estas herramientas, mientras se enfocan en actividades de alto valor agregado. Pero estas herramientas no eliminan la importancia de los humanos en las decisiones, relaciones y estrategias. Son los humanos quienes permanecen en el centro, porque son los únicos capaces de contextualizar y anticipar los impactos sociales, culturales y económicos.

Invertir en estas tecnologías puede permitir a las organizaciones mejorar su desempeño y optimizar sus operaciones. Sin embargo, esta inversión tecnológica debe ir de la mano de un aumento de las capacidades de los equipos humanos, una transformación de los procesos organizativos y una vigilancia sobre los sesgos y limitaciones de estas herramientas. Quienes toman decisiones públicas y privadas deben reconocer que la tecnología es sólo una herramienta, no un fin. El futuro depende de las personas, que siguen siendo el motor esencial de la innovación, la adaptación y el progreso. Subestimar esta realidad en favor de una fascinación ciega por las soluciones tecnológicas sería un grave error estratégico.

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