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Neutralidad de carbono en 2050: un enfoque necesariamente transversal a la transición energética

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Si bien el consumo mundial de energía, principalmente procedente de combustibles fósiles, aumenta constantemente, este crecimiento va acompañado de un aumento del CO2 en la atmósfera, un gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global. En este contexto, se vuelve urgente reducir las emisiones ya que la transición energética por sí sola no será suficiente para limitar el aumento global de las temperaturas.

Un extracto de “Energía y clima”, de Alexandre ROJEY

La energía está en todas partes de nuestras vidas. Contribuye a nuestra comodidad y es esencial para todas nuestras industrias y tecnologías. El progreso del siglo anterior fue posible gracias a la energía abundante y relativamente disponible, en particular el petróleo. Sin embargo, esta energía fósil tiene un importante impacto negativo en nuestro medio ambiente y nuestro clima, hasta el punto de que hoy en día nos enfrentamos cada vez más a numerosos fenómenos meteorológicos extremos. Por tanto, es urgente limitar el calentamiento global y, en consecuencia, reducir las emisiones de gases responsables del mismo. ¿Cómo podemos lograrlo en un contexto global, marcado también por crisis geopolíticas y en el que la demanda de energía está creciendo?

Cada vez más gases de efecto invernadero

El dióxido de carbono es el gas producido por el hombre que más contribuye al efecto invernadero. Proviene principalmente de los combustibles fósiles y de la industria, pero también de la deforestación y la descomposición de la biomasa.

Todas las emisiones de gases de efecto invernadero se miden en términos de CO2 equivalente (eq CO2), cuyas cantidades están aumentando en la atmósfera. Este aumento, estimado en +4°C para finales de nuestro siglo, tendría consecuencias potencialmente catastróficas. Según los expertos del IPCC, es imperativo limitarlo a 1,5°C para 2100. Este objetivo sólo se puede lograr alcanzando la neutralidad de carbono para 2050, y esto mediante una reducción masiva del consumo de combustibles fósiles, así como compensando las emisiones residuales mediante la captura de CO. y secuestro2 en la biomasa o el subsuelo.

En 2020 las emisiones disminuyeron debido a la crisis del Covid-19. Sin embargo, habían vuelto a aumentar considerablemente en 2022, hasta tal punto que el escenario de neutralidad de carbono para 2050 parece alejarse inexorablemente. Por lo tanto, debemos imaginar nuevas soluciones, no sólo técnicas, para lograrlo. Así es como debemos repensar nuestros estilos de vida y nuestros comportamientos, pero también nuestro hábitat y los medios para desplazarnos, preservando al mismo tiempo la calidad de vida o mejorando la de los países en desarrollo.

Reducir el consumo de energía también ayudará a reducir nuestra dependencia energética de los hidrocarburos, pero requiere una mayor eficiencia energética y un mayor control de la demanda, así como un aumento de la proporción de energías renovables y nucleares.

Compensar o reducir, ¿deberíamos elegir?

Captura de CO y almacenamiento subterráneo2 emitido por industrias térmicas o de carbón, luego reciclar este gas son otras soluciones para reducir las emisiones. Convertidas en “emisiones negativas”, son esenciales en la lucha contra el calentamiento global. El aumento de la producción de biomasa, mediante la plantación de árboles en condiciones controladas, permitirá la creación de estos sumideros de carbono, que de hecho serán “compensados”. Sin embargo, esta práctica es a veces controvertida, dada la dificultad de controlar rigurosamente la huella de carbono a largo plazo.

La regulación también será un apoyo importante en términos de eficiencia energética. En Francia, en particular, RT2020 impone ahora limitaciones al consumo de energía primaria para todas las construcciones nuevas. También se apuntan a los filtros térmicos, que abundan en las casas antiguas, pero también en el transporte, con una limitación de CO.2 por kilómetro recorrido y una posible prohibición de venta de vehículos térmicos a partir de 2035. Asimismo, se exige a los proveedores de energía que logren, apoyen o financien el ahorro energético.

También se establecen sanciones mediante impuestos o compras de permisos de emisión para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Todas estas soluciones no deben presentar en absoluto las desventajas de los combustibles fósiles, ya sea en forma de agotamiento de recursos o de emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, las energías alternativas, nuclear y renovable, tendrán que encontrar su lugar, pero pasará tiempo antes de que consigan suplantar a los combustibles fósiles. Sin embargo, en la actualidad, estas soluciones no siempre son económicamente rentables, no necesariamente tienen buena aceptación o incluso presentan un riesgo en términos de seguridad. Por lo tanto, se trata de una combinación de medios que deberían implementarse durante todo el período de transición energética para lograr la neutralidad de carbono a nivel mundial para 2050.

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“Energía y clima”por Alexandre ROJEY

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