Donald Trump llama a Justin Trudeau “gobernador del gran estado de Canadá”, sugiriendo que Canadá se ha convertido en el país número 51.mi Estado americano. ¿Una broma? Una broma que hace reír a Ottawa. Con razón, se trata de una afrenta desdeñosa. ¿Una afrenta a Canadá? ¿O a Justin Trudeau? Tener…
Sin embargo, la invitación a cenar en Mar-a-Lago pareció una bendición para Trudeau. Unos días después de las amenazas de Trump, los canadienses podrían dormir más tranquilos al ver a su primer ministro beneficiarse del acceso directo al presidente electo.
El señor Trudeau en la mesa principal, Trump sirviendo el pastel de carne a “su madre”, las fotos con una sonrisa, todo estaba bien por lo que sabíamos de esa noche. Trump nunca será un socio fácil, pero la impresión de una relación interpersonal positiva podría resultar tranquilizadora.
Sobre todo, este escenario sugería que, a pesar de las evidentes diferencias de opinión, Donald Trump respetaba a Justin Trudeau. El respeto es donde reside ahora el problema. La última publicación de Donald Trump, aun aceptando su carácter humorístico, demuestra una falta de respeto hacia Justin Trudeau y también hacia Canadá.
Humillación
Me atrevería a hablar de una humillación pública de Justin Trudeau. ¿Qué quieres que te responda? Si lo toma como una broma parece débil, si lo toma en serio parece loco. ¿Y cómo se ve Justin Trudeau a escala global para ser etiquetado como gobernador de un estado estadounidense?
Para cualquier otro líder, degradar a su vecino de esta manera sería considerado una grave ofensa diplomática. Esto podría incluso tratarse como un deseo político de anexar o invadir al vecino desde un punto de vista militar. En el caso de Trump, hay carácter. Las palabras ya no son palabras. La exageración verbal es parte de la decoración. Nos preguntamos qué quiere decir realmente.
Lo cierto es que ya no se trata sólo de humor ligero. Un chiste sobre Canadá como 51mi Estado en una cena de Acción de Gracias podría pasar. En una mesa se dicen muchas cosas, sobre todo cuando se está de buen humor. Pero volver a eso en un mensaje escrito dirigido al Primer Ministro, diez días después, es otra cosa.
Equilibrio de fuerzas
Lejos de mí afirmar que Donald Trump realmente está urdiendo un plan para anexar Canadá. Lo que hace es jugar al juego de la intimidación hasta el fondo para conseguir lo que quiere. Las amenazas y la intimidación son las claves de su éxito en los negocios, una receta que le gusta aplicar a la política.
Sigue siendo sorprendente imaginar tal falta de respeto hacia un país vecino que ha sido un aliado económico, militar y político de Estados Unidos durante más de un siglo. Esta arrogancia de Donald Trump debe provocar al menos una reacción unánime. No es sólo Justin Trudeau quien es humillado.
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