Al visitar el miércoles el puerto angoleño de Lobito, Joe Biden intentará, justo antes de dejar el poder, explicar cómo Estados Unidos debe hacer “mejor” pero no necesariamente “más” que China para recuperar influencia en el continente africano.
“Para las inversiones de Estados Unidos en comparación con las inversiones de otros, no se trata de hacer más o menos, se trata de hacer las cosas de manera diferente. Vemos a otros llegar con cheques muy grandes, construyendo muchas cosas, pero viene con tipos de interés elevados, con condiciones realmente difíciles y sin compromisos para la sociedad civil de los países africanos, aseguró un alto funcionario de la Casa Blanca durante un intercambio con la prensa.
El presidente estadounidense había prometido realizar una visita oficial a África.
Se presenta al final de su mandato, cuando ya no tiene mucho peso político, lo que plantea dudas sobre el alcance real de su viaje a Angola, una antigua colonia portuguesa, aliada durante mucho tiempo de la Unión Soviética.
Comenzó su viaje el martes con una reunión con el presidente Joao Lourenço, considerado un fuerte aliado por Estados Unidos, y con un discurso que evocó en particular la esclavitud.
El miércoles, Joe Biden tiene un programa completo dedicado a la economía.
Visitará el puerto de Lobito, a unos 500 kilómetros al sur de la capital, Luanda, entonces empresa agroalimentaria, antes de reunirse con el presidente angoleño, los de la República Democrática del Congo y Zambia, y el vicepresidente de Tanzania, así como así como líderes empresariales.
Se espera que Joe Biden anuncie nuevas inversiones de 600 millones de dólares en el “Corredor Lobito”, un vasto proyecto de infraestructura y comercio.
Este “Corredor”, si el proyecto se completa, debe conectar el Océano Atlántico con el Océano Índico, y facilitar así las exportaciones de materias primas muy estratégicas como el cobre y el cobalto, al tiempo que desarrolla, según Washington, los intercambios agrícolas y el comercio en general.
– De 45 días a 45 horas –
Inicialmente, el “Corredor Lobito”, un proyecto apoyado también por los europeos, debería permitir reducir drásticamente el tiempo necesario para transportar minerales entre la República Democrática del Congo o Zambia y la costa: de 45 días hoy por carretera a 40 horas en tren.
El alto funcionario estadounidense ya citado se dijo convencido de que Donald Trump, que prestará juramento el 20 de enero, apoyaría este proyecto, concebido como un escaparate de la estrategia estadounidense frente a los gigantescos proyectos de infraestructuras financiados por Pekín en África.
“No se puede pretender competir con China y no apoyar lo que está sucediendo aquí”, dijo.
El presidente electo republicano promete firmeza contra China y, en particular, pretende provocar un enfrentamiento comercial.
Durante su primer mandato, Donald Trump no mostró mucho interés por África y despreció abiertamente a ciertos Estados del continente, a los que calificó de “países de mierda”.
Aún así, para que el “Corredor Lobito” sea un verdadero éxito, Estados Unidos tendrá que cooperar con China. Este último “domina el sector minero en la República Democrática del Congo y Zambia”, recuerda Mvemba Phezo Dizolele, experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un instituto de investigación con sede en Washington.
Para sus detractores, este “Corredor Lobito” es un proyecto de “explotación y monopolización” de las riquezas minerales africanas, en realidad “comparable a las Rutas de la Seda”, el gigantesco plan global chino de infraestructuras, subraya.
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