Por primera vez desde el inicio de la guerra civil en 2011, el régimen sirio ha perdido completamente el control de Alepo, la segunda ciudad del país, que ha caído en manos de una coalición de grupos rebeldes dominados por islamistas radicales.
Esta renovada tensión se produce unas semanas antes del regreso a la Casa Blanca de Donald Trump, quien podría verlo como una oportunidad inesperada para remodelar Oriente Medio.
La ofensiva rebelde coincidió también con la entrada en vigor de un alto el fuego en el Líbano entre Israel y Hezbolá, aliado de Siria e Irán, que salió debilitado de la guerra. Rusia, otro partidario del presidente sirio Bashar al-Assad, está monopolizada por la guerra en Ucrania.
La posición americana
La posición de Estados Unidos sobre Siria ha cambiado poco en una década. Estados Unidos cree que Assad ha perdido toda legitimidad, pero sacarlo del poder no es su prioridad, ya que los rebeldes no representan una alternativa mejor.
Según Andrew Tabler, exasesor de Donald Trump sobre Siria, el presidente Joe Biden “no sólo ha relegado a Siria a un segundo plano, sino que la ha sacado completamente de la escena”.
Los reveses sufridos en el campo de batalla podrían, según él, obligar finalmente a Assad a una solución negociada, a la que se opone desde hace tiempo.
“Un nuevo gobierno (estadounidense) que esté más atento a Siria y a conflictos de este tipo estará en mejores condiciones de gestionar la situación”, añade.
El ex presidente Barack Obama se negó a atacar a Bashar al-Assad o apoyar a los rebeldes, optando por una alianza con los combatientes kurdos en un intento por derrotar al grupo Estado Islámico (EI). En este contexto, unos 900 soldados estadounidenses todavía se encuentran en Siria.
Durante su primer mandato, Donald Trump ordenó la retirada de las tropas estadounidenses a petición de Turquía, que considera a los kurdos una amenaza, antes de cambiar de rumbo tras los llamamientos internacionales encabezados por Francia.
Pero persiste la incertidumbre sobre las intenciones de Donald Trump, que nombró a Tulsi Gabbard, conocida por haber hecho declaraciones favorables al presidente sirio, como jefa de la Inteligencia Nacional.
“Apoyar a Israel, dañar a Irán y Rusia”
Joshua Landis, experto en Siria de la Universidad de Oklahoma, recuerda que el primer objetivo de los responsables estadounidenses siempre ha sido “apoyar a Israel y dañar a Irán y Rusia”.
“Así que la ofensiva rebelde es algo bueno para Estados Unidos desde ese punto de vista, porque cambia dramáticamente la arquitectura de seguridad en Medio Oriente”, añade.
Según él, su victoria aislaría la “media luna chiita”, en la que Irán ha extendido su influencia hacia el oeste, hasta el Líbano. “Sería una bendición para Israel y un golpe para Irán”.
Pero los islamistas suníes también se opondrían a Estados Unidos y una vez más se preguntarían si proteger o no a los kurdos de Turquía.
“Esto presenta un dilema para Estados Unidos e Israel: ¿realmente prefieren un gobierno islamista que gobierne Siria o un país dividido y débil?”, añadió Landis.
El gobierno de Joe Biden ha dedicado más de mil millones de dólares durante el último año a ayuda humanitaria para los sirios desplazados, demostrando que se equivocan quienes critican su inacción.
Una ley estadounidense que expira a finales de mes tiene como objetivo impedir la normalización del comercio con Damasco hasta que se rindan cuentas por las atrocidades cometidas por los funcionarios sirios.
Una guerra que comenzó en 2011
La guerra comenzó tras la represión de las protestas antigubernamentales en 2011 y dejó más de 500.000 muertos y millones de desplazados.
Pero muchos países árabes se han reconciliado con el presidente Bashar Al-Assad, creyendo que la guerra había terminado o al menos estaba congelada.
Recientemente, varios países occidentales, entre ellos Italia, ansiosos por evitar una nueva afluencia de inmigrantes sirios, anunciaron el regreso de un representante a Damasco.
“Con estas dinámicas de poder fluctuantes, ¿se abre la puerta a una redefinición de la región y su arquitectura de seguridad? Es una cuestión importante y abierta”, subraya Mona Yacoubian, experta del Instituto Americano de la Paz.
(afp)
Related News :