Los namibios volvieron a votar el viernes a las 07H00 hora local (05H00 GMT) en 36 oficinas repartidas por todo el país reabiertas desde hace dos días tras los incidentes que impidieron este miércoles a muchos electores participar en estas elecciones indecisas del histórico partido en el poder.
Una tensión sin precedentes sacude a Namibia, habitualmente orgullosa de su tranquilidad y de su democracia debilitada en estas elecciones, que la oposición ha calificado de “farsa” tras las interminables colas del miércoles.
Algunos namibios esperaron hasta doce horas el miércoles para votar en las elecciones presidenciales y legislativas, pero no se dieron por vencidos. Esto crea una gran incertidumbre sobre el reconocimiento de los resultados por parte de la oposición.
Frente a la única oficina en la que se ha ampliado la votación en la región de la capital, Windhoek, ya antes de la apertura tardía esperaban unas sesenta personas.
En las primeras posiciones, frente a la estación de tren de estilo colonial holandés, Kluivert Muuondjo llegó a las 4:30 de la mañana después de abandonar a las 23:00 del miércoles porque tenía exámenes al día siguiente.
“Todos tendrán la oportunidad de votar”, afirma este estudiante de 21 años, llamado así en homenaje al futbolista holandés.
Pero como los ciudadanos pueden votar en cualquier oficina de Namibia, “todos acudirán al mismo lugar”, teme este joven elector, como la población juvenil de este país donde el 42% de los electores registrados tienen menos de 35 años.
Después de una nueva reunión, los líderes de la oposición deberán dar su “posición” común el viernes por la mañana, indicó Christine Aochamus, secretaria general del principal partido de la oposición, los Patriotas Independientes por el Cambio (IPC).
El desempleo juvenil masivo, las enormes desigualdades y el relevo generacional han erosionado el apoyo a Swapo, el partido que ha gobernado el país del sur de África desde su independencia en 1990.
Su candidata, Netumbo Nandi-Ndaitah, en condiciones de convertirse en la primera mujer presidenta del país, podría verse obligada a participar en una segunda vuelta sin precedentes en este país rico en uranio.
“Reabrir sólo una oficina en Khomas (la provincia de la capital, nota del editor) es absurdo”, se queja Ensley Engermund, que desistió el miércoles después de probar suerte en cuatro lugares diferentes.
“¿Sólo hay 1,5 millones de votantes registrados y terminamos con este caos? ¿Fue para desanimar a la gente”, dice este agente de seguridad de 49 años.
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