Cuando escuché a Aurélie, educadora en una guardería del este de Montreal, mi perspectiva cambió. Como mucha gente, pensé ingenuamente que los educadores “observan” a los niños mientras los padres trabajan.
En realidad, cargan sobre sus hombros mucho más de lo que imaginamos. Sin ellos, nuestra sociedad fracasaría. Sin embargo, siguen siendo invisibles, exhaustos y mal pagados.
Un día en la vida de la educadora Aurélie
- 7 a.m.: Los niños llegan uno por uno. Algunos corren felices hacia ella, otros lloran, aferrados a sus padres. Aurélie consuela, acoge, tranquiliza.
- 8:30 a. m.: Es hora de actividad. Pero antes de empezar hay que cambiar pañales, limpiar mocos y calmar las rabietas de los que no quieren soltar la manta. Aurélie ha planeado un oficio, pero también tenemos que gestionar a Nour, que tiene dificultades para seguir el ritmo porque aún no habla francés, y a Amélia, que rompe a llorar a causa de un conflicto en casa.
- 10 a.m.: Salimos a jugar. La nieve está aquí, así que se está vistiendo. Gorro, manoplas, botas… x 8. Una vez fuera, Aurélie sigue los juegos mientras controla a Léon, que prefiere comer nieve, y a Arjun, que corre demasiado rápido y se cae. Es enfermera, mediadora, facilitadora, todo al mismo tiempo.
- 11:00 horas: De vuelta al interior. Tienes que desnudar a los niños y luego prepararlos para la cena. Mientras comen, Aurélie anota en su cuaderno algunas observaciones sobre el desarrollo de cada persona. Léon sigue sin decir una palabra; Tendrás que hablar con tus padres al respecto.
- 12:30 p.m.: Es hora de la siesta. Para algunos, las cosas van bien. Para otros, hace falta tiempo, abrazos, canciones de cuna. Aurélie cuida a los pequeños que duermen mientras intenta escribir los obligatorios retratos educativos. Tiene 1,5 horas para cada uno, pero en realidad necesitaría el doble de tiempo.
- 3 p.m.: Despierte, merienda, actividades y luego prepárese para la salida.
- 18 h: Aurélie sonríe a los padres que vienen a recoger a sus hijos, les explica el día, les da consejos y, a veces, consuela a un padre preocupado. Cuando la última familia se va, se quedan a limpiar, preparar la habitación para el día siguiente y actualizar su plan educativo. Su día termina. Aurélie está agotada, pero todavía tiene que preparar la comida y cuidar de sus propios hijos.
¿Trabajas en Costco?
No sorprende ver que los estudiantes estén abandonando la formación de educadores de la primera infancia. La vida cotidiana de Aurélie pone de relieve los colosales desafíos de los educadores de EPC, lejos de ser un simple “cuidado de niños”. Aurélie y sus colegas dan forma al futuro de los niños apoyando su desarrollo emocional, social y cognitivo.
Desde hace demasiado tiempo exigen cambios: reconocimiento y promoción de su profesión, salarios justos, recursos especializados (logopedas, educadores especializados), liberaciones educativas, reducción de los ratios de seguimiento personalizado e inversiones masivas en EPC.
¿Y si fueras tú? ¿Permanecerías en un trabajo agotador, mal pagado e ignorado, o elegirías un trabajo menos exigente y mejor pagado, como en Costco?
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