Pasaron por Canadá y Uruguay, Kenia y París: aquí están desde el lunes en Busan, en Corea del Sur, para una última semana de negociaciones. Apenas después de salir de la COP 29 sobre el clima con un fuerte sentimiento de fracaso, los representantes de 176 países se centran esta vez en el plástico. Con la misión de llegar a un acuerdo, en forma de “instrumento legalmente vinculante“, según la formulación de la ONU, reducir la producción de estos materiales que abundan en nuestra vida diaria y en nuestros contenedores de basura.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están relacionadas con la producción de plásticos, que ronda los 500 millones de toneladas en el planeta. Y debería alcanzar, si no se hace nada, 800 millones de toneladas en 2060, considerando que los productos resultantes del reciclaje, alrededor de 300 millones de toneladas, sólo se sumarían a los 500 millones de plástico virgen, ya que era un umbral mínimo…
Intereses divergentes
Por ahora, la tasa de reciclaje ronda el 8%. “Para los fabricantes, el PET virgen, el plástico transparente procedente de las botellas de agua, se vende actualmente a 1.215 euros la tonelada, frente a los 1.395 euros del PET reciclado.indica François Pyrek, director de servicios comunitarios de Suez Environnement en el sudeste. Esta diferencia frente al reciclaje podría reducirse mediante impuestos“. Una solución entre muchas otras, dado que la cuestión es compleja, afecta a toda la vida útil del plástico y choca con muchos intereses divergentes.
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