Los países ricos y en desarrollo reanudan sus negociaciones el lunes en la conferencia de la ONU sobre el clima en Bakú, pero el desbloqueo podría venir de Río y de los líderes de las 20 mayores potencias.
El fruto de la primera semana de negociaciones en la COP29 es casi nulo, en la opinión general. Los ministros llegan el lunes al estadio “olímpico” de la capital azerbaiyana para intentar acelerar y evitar un fiasco el viernes, al final de la conferencia.
A su llegada a Río el domingo, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, llamó a los países del G20 (grupo que también incluye a China y Brasil) a dar ejemplo y encontrar “compromisos” para salvar la COP29.
“Sin una rápida reducción de las emisiones, ninguna economía del G20 se librará de la carnicería económica ligada al clima”, lanzó este fin de semana el jefe de la ONU para el Clima, Simon Stiell, que lleva meses apuntando al G20 y recuerda periódicamente que su difunta La casa de la abuela en la isla de Carriacou (Granada) fue destruida por un huracán este verano.
El objetivo es dejar claro en la ONU cómo financiar alrededor de un billón de dólares al año en ayuda climática para los países en desarrollo. Este dinero permite construir plantas de energía solar, invertir en riego o proteger las ciudades contra las inundaciones.
La Unión Europea es el mayor contribuyente del mundo, pero en tiempos de austeridad se muestra reacia a aumentar sus presupuestos internacionales.
Como señal de que se está considerando una solución en Río el lunes y martes, el jefe de la delegación brasileña a la COP29, André Aranha Corrêa do Lago, abandonó Bakú para prepararse para el G20.
– Atmósfera pesada –
La cifra de 1 billón de dólares en ayuda anual para los países en desarrollo para 2030 es la estimación de la necesidad realizada por los reconocidos economistas comisionados por la ONU, Nicholas Stern y Amar Bhattacharya.
Pero no se supone que todo venga de los países ricos, y ese es el problema. Según los textos de la ONU, sólo los países desarrollados están obligados a ayudar. Pero Europa quiere una señal de los países emergentes como China de que tirarán la toalla voluntariamente.
Aquí no se percibe a Beijing como hostil, al contrario. Una reunión entre funcionarios chinos y europeos en Bakú fue un rayo de esperanza en una semana sombría.
La reelección de Donald Trump y la retirada de la exigua delegación argentina hacen temer una salida de Estados Unidos y Argentina del acuerdo de París, el motor diplomático para la reducción de gases de efecto invernadero. Aunque el presidente argentino, Javier Milei, “no confirmó” sus intenciones a Emmanuel Macron el domingo en Buenos Aires, según el francés.
La inexperiencia de los azerbaiyanos a la hora de presidir este tipo de negociaciones, visible en un traspié en el orden del día en la apertura, así como los ataques en plena COP por parte del presidente Ilham Aliev contra un país miembro, Francia, también pesaron sobre el ambiente. .
Con mayor razón en un país que reprime cualquier signo de disidencia, incluso entre los activistas medioambientales, varios de los cuales duermen actualmente tras las rejas.
Las finanzas no son el único punto de discordia. Un participante notó “una especie de reacción” de la COP28, que el año pasado pidió el abandono gradual de los combustibles fósiles.
Los países liderados por el grupo árabe y entre ellos India y China se niegan a asumir mayores compromisos para reducir las emisiones hasta que avancen las negociaciones financieras.
A este respecto, “estamos muy decepcionados” de afrontar la segunda semana “con una página en blanco”, lamentó el sábado una representante europea, Veronika Skolasztika Bagi.
En estas negociaciones maratónicas, los habituales, diplomáticos o ministros, ahora navegan por el sitio web de la COP en zapatillas de deporte.
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