un paso “extremadamente importante”. El primer día de la COP29, el lunes 11 de noviembre, países de todo el mundo adoptaron nuevas reglas para regular el controvertido mercado de créditos de carbono. Una actualización más que esperada, ya que el tema está en el menú de las negociaciones internacionales desde 2015. Franceinfo le explica cuáles son estos mercados.
Créditos con la idea de reducir las emisiones de CO2
Los créditos de carbono se generan por actividades que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. Entre ellos se incluyen, por ejemplo, proyectos de plantación de árboles, la protección de ecosistemas que absorben carbono, como bosques o turberas, la sustitución de estufas de leña o la sustitución de energías contaminantes, como el carbón, por energía solar o turbinas eólicas. Concretamente, sus iniciadores afirman absorber o almacenar más CO2 que si estos proyectos no existieran, y asociarnos con este CO2bajo ciertas condiciones, créditos de carbono.
Un crédito equivale a una tonelada de CO2 Se impide que entre a la atmósfera o se elimina de ella, y puede ser comprado por un actor, ya sea estatal o no, para permitirle “compensar” sus propias emisiones de CO.2es decir, reduciendo su huella de carbono sobre el papel.
Mercados lanzados hace casi treinta años
Esta posibilidad de intercambio se lanzó a raíz del Protocolo de Kioto, firmado en 1997. El documento hablaba entonces de “derechos de emisión”permitiendo “Los países ricos comprarán reducciones de emisiones de los países en desarrollo, a través de créditos de carbono”explica la ONG Carbon Market Watch. Luego, en 2015, con motivo de la COP21 y la firma del Acuerdo de París, dos nuevos mercados de carbono, establecidos por el artículo 6 del tratado, los reemplazaron.
El primero permite a un país “buen estudiante”, si va más allá de los objetivos nacionales de reducción de emisiones que había prometido, vender su excedente de reducción a otro país en el marco de un acuerdo bilateral. “Por ejemplo, si un país se ha comprometido a reducir sus emisiones en 100 toneladas de CO2mi [tonnes d’équivalent CO2], pero en realidad los reduce en 110 tCO2e, tendrá la posibilidad de vender las 10 tCO2“Costos adicionales para otro país que no ha logrado sus propios objetivos”.ilustra Carbon Market Watch. Los países en desarrollo dependen de él en particular para financiarse y las compañías petroleras lo ven como una forma económica de avanzar hacia emisiones “netas cero”. “Incluso antes de que la tinta de las normas se haya secado por completo, los países ya están empezando. Ya hay más de 40 contratos. [d’intention] firmado”informa Lola Vallejo, que sigue las negociaciones en Bakú para el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI). Cita los ejemplos de Singapur y Suiza, a los que también hace referencia la Asociación Internacional para el Comercio de Emisiones (Ieta).
El segundo amplía la posibilidad, con posibles intercambios entre países y empresas privadas. Pero, un punto de controversia desde 2015, los detalles de la aplicación de estos mecanismos aún estaban pendientes de ser decididos. Hasta ahora, este mercado se había desarrollado en solitario, al margen de toda regla, y era utilizado principalmente por empresas que deseaban “compensar” sus emisiones y reivindicar su neutralidad en carbono. Con motivo de la COP26 en Glasgow, se creó un organismo de seguimiento de la ONU para “desarrollar y supervisar” normas, describe la ONU en su sitio. Y estas son sus recomendaciones que la COP29 adoptó el lunes. Los nuevos criterios describen, en particular, la metodología para calcular el número de créditos que un proyecto determinado puede generar y qué sucede si el carbono almacenado se pierde, por ejemplo si el bosque en cuestión se quema. Pero aún será necesario redactar otros textos oficiales para establecer plenamente un mercado confiable.
Una solución fuertemente criticada por su ineficacia y sus riesgos
Pero el dispositivo ha sido duramente criticado. Si el párrafo 6.1 del Acuerdo de París establece que estos mecanismos “voluntarios” están destinados a “elevar el nivel de ambición” países, sus detractores denuncian que se da vía libre a algunos por no reducir sus propias emisiones. Varios estudios han demostrado también la ineficacia de numerosos proyectos, certificados por organizaciones privadas laxas, a veces en detrimento de las poblaciones locales. “Es muy preocupante la ausencia de estándares, regulaciones y rigor en el mercado voluntario de créditos de carbono” y estos no deben “socavando los esfuerzos reales para reducir las emisiones”declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante la COP27.
Si los créditos de carbono definidos en el artículo 6 se consideran derechos a contaminar, esto supone un gran problema para el clima. Si lo vemos como una herramienta limitada, con muchas salvaguardias, entonces podría ser interesante”.
Lola Vallejo, directora del programa climático de Iddrien franciainfo
En reacción a la adopción de las nuevas reglas en la COP29, la ONG Reclaim Finance dio en el clavo: “Se ha descubierto repetidamente que los esquemas de créditos de carbono… están plagados de fraude, son incapaces de reducir las emisiones y de beneficiar a los comerciantes de carbono y otros intermediarios más que a las comunidades que necesitan financiamiento para luchar contra el cambio climático. No hay razón para creer que estas nuevas reglas. será diferente.afirmó Paddy McCully, analista de la ONG.
Otras asociaciones han señalado con el dedo el proceso de adopción. Según ellos, el método con el que se llevaron los textos a la conferencia sobre el clima no fue muy transparente. Oil Change International critica así una decisión tomada “sin debate ni escrutinio público”. Isa Mulder, experta en mercados globales de carbono de Carbon Market Watch, habló de un “acuerdo a escondidas” con “aún quedan muchas preguntas sin respuesta”. “Este no es el final de la historia, aún queda trabajo por hacer para que estos mercados cumplan la promesa hecha”resume Lola Vallejo.
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