Un futuro gobierno liberal flexibilizará la Carta de la lengua francesa. Todos los candidatos a la presidencia quieren modificarlo.
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“Deberíamos desechar (la Ley 96)”, declaró categóricamente Denis Coderre, sobre la legislación CAQ que reforzó la Carta de la lengua francesa al imponer, en particular, la congelación de las inscripciones en los CEGEP de habla inglesa.
Su rival en la carrera por el liderazgo, Frédéric Beauchemin, es de la misma opinión. Como padre, deplora que el gobierno Legault haya limitado el acceso de los francófonos al establecimiento universitario de su elección.
“Como padre, lo que me hubiera gustado para mis hijos era enviarlos al CEGEP de su elección para que pudieran ir a la universidad de su elección. Y si quieren ir a una universidad de habla inglesa porque quieren tener una carrera internacional o una carrera basada en Montreal con clientes internacionales, hablar inglés es un buen negocio para ellos”, explicó el miembro de Marguerite-Bourgeoys, en el al margen del Congreso del PLQ que se celebró este fin de semana en Lévis.
Según él, eliminar esta disposición de la Carta de la Lengua Francesa no contribuirá a debilitar nuestra lengua común.
Rodríguez el hijo de la Ley 101
Otro pretendiente al trono liberal, Pablo Rodríguez, también planea poner fin al congelamiento de las inscripciones en las universidades de habla inglesa.
Hijo de la Ley 101, está comprometido con la Carta de la lengua francesa. Cuando llegó a Quebec a la edad de ocho años con sus padres y sus dos hermanas, no hablaba una palabra de francés.
Pero cree que la disposición recientemente añadida que obliga a los inmigrantes instalados en Quebec desde hace más de seis meses a recibir las comunicaciones del Estado exclusivamente en francés no se sostiene.
“¡Seis meses para aprender francés no es necesariamente fácil!”, dijo a los periodistas. Al mismo tiempo reconoció que su aprendizaje de la lengua de Molière había sido relativamente rápido. “Porque entendí una cosa, y es que si no aprendía francés, no tendría muchos amigos. Así que me apresuré a hacerlo”, recuerda.
Lo que molesta a Charles Milliard son principalmente las medidas que imponen más burocracia a las empresas. “Hay grandes obstáculos para los empresarios”, señaló. Consideremos, por ejemplo, la traducción “de todos los contratos en todas las áreas”.
También es partidario de una “pequeña limpieza” en las nuevas medidas añadidas a la Carta de la lengua francesa.
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