Después de una operación de cáncer de próstata y una convalecencia de poco más de dos semanas, Richard Martineau volverá el lunes a su micrófono en la radio QUB. “Vuelvo a subir la pendiente que era más pronunciada de lo que pensaba”, confiesa el presentador. Diario.
“Esta es una operación muy invasiva. Tengo seis llagas en el cuerpo, tuve catéter durante 12 días, tengo que usar pantalones de incontinencia porque aún no tengo control de mi vejiga. Tengo muchos ejercicios que hacer y a veces tomar analgésicos. No veo la hora de salir”, dice Richard Martineau.
Siempre tan directo, el columnista de 63 años no tiene intención de andarse con rodeos ni de ocultar a su audiencia ningún detalle de su operación y de la convalecencia que siguió.
“He recorrido un largo camino”, respira el hombre que el 16 de octubre estuvo tres horas en una mesa de operaciones.
Fue por casualidad –cuando iba a hacerse pruebas de diabetes y colesterol y su médico le sugirió que revisara su próstata– que Richard Martineau se enteró de que la suya estaba llena de células cancerosas.
“¡No tuve síntomas! Afortunadamente, no tuvo tiempo de extenderse al resto del cuerpo”, continúa este hombre para quien la palabra “cáncer” todavía parece surrealista.
El periodista, que dice nunca haber estado enfermo antes, dice que temía más a la anestesia general que a la muerte. “Me gusta tener el control de mis asuntos. En mi cabeza soy fuerte, soy indestructible, tengo la piel dura. Me pregunté: ¿por qué yo?
Revela que encontró particularmente “debilitante y humillante” el hecho de tener que llevar un catéter y “tener que caminar lentamente con su bolsa de orina” por los pasillos del CHUM. Sólo durmió una noche en el hospital antes de irse a convalecer a casa.
“Cuando estás enfermo, lo que haces afuera ya no importa. Todos somos iguales con nuestras dolencias. Sentí que había empatía y hermandad entre los pacientes. Es un país donde la gente es amable”, explica el presentador, que admite haberse quejado “a menudo del sistema sanitario” en el pasado.
“Aquellos a los que llamamos “ángeles de la guarda” durante la pandemia realmente lo son”, confirma.
De vuelta al micrófono
“Trabajar me mantiene vivo”, asegura Richard Martineau, que no ve la hora de volver a su micrófono y a sus compinches de radio QUB el lunes por la mañana.
“Soy pandillero, mis amigos del QUB me hacen reír. Esto me ayudará. Creo que es mejor que cualquier medicamento”, añade.
Tiene previsto contar su operación y su convalecencia hasta el más mínimo detalle (objetos de apoyo, incluida su famosa sonda que tanto dolor le causó) durante los primeros 15 minutos de su espectáculo. Todo ello siendo cómico, porque el humor que puede calmar casi todo le permite también protegerse siguiendo adelante con los golpes.
¿Podemos esperar un Richard Martineau “más tranquilo” al aire? “Como dice mi novia, me sacaron la próstata, no el cerebro”, se ríe. “Honestamente, es en las películas donde vemos a la gente cambiar por completo. Sigo siendo el mismo. La naturalidad vuelve al galope”.
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