Después del pesto en Indre y Loira y de las sardinas en Burdeos, llega el turno de las terrinas de cerdo. La prefectura de Isère anunció el viernes que había ordenado la retirada de unas decenas de latas artesanales de terrinas de cerdo, tras la denuncia de sospecha de botulismo en una persona que las había consumido.
La Agencia Regional de Salud de Auvernia Ródano-Alpes (ARS) recibió, el jueves, el informe de este caso sospechoso de estar afectado por esta grave enfermedad neurológica, indica la prefectura en un comunicado. La persona que “consumió una terrina de cerdo producida en la granja de la EARL (Operación Agrícola de Responsabilidad Limitada) Les Peupliers” en Mottier (Isère), “fue llevada a cuidados médicos”, precisa.
Confirmada la presencia de toxina botulínica
Cuestionan el análisis del Instituto Pasteur de “restos de terrina de cerdo” […] “Se confirmó la presencia de toxina botulínica y de las bacterias productoras de la toxina”, según la prefectura. “Las condiciones de producción no permiten garantizar la esterilización de los tarros”, las autoridades han decidido retirar y retirar “algunas decenas” de estas conservas puestas a la venta en la granja “Chez Barbier”, en Mottier, añade el prefectura.
Este último pide a las personas que lo han consumido “que tengan la mayor vigilancia y consulten a un médico en caso de síntomas (problemas de visión, dificultad para tragar, sequedad de boca, dificultad para hablar) mencionando esta alerta”. También invita a quienes los tienen a no consumirlos ni abrirlos y tirarlos.
El botulismo es una enfermedad neurológica rara y grave, mortal en un 5 a un 10% de los casos, causada por una toxina muy poderosa producida por una bacteria que se desarrolla especialmente en alimentos mal conservados debido a una falta de esterilización suficiente. Provoca problemas oculares (visión borrosa), dificultad para tragar y, en formas avanzadas, parálisis de los músculos, especialmente de los respiratorios, que puede provocar la muerte.
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