Durante su visita de Estado a Marruecos, Emmanuel Macron pronunció un discurso ante ambas Cámaras del Parlamento marroquí, un evento que marcó la continuidad de las relaciones históricas entre Francia y Marruecos.
El presidente francés rindió homenaje a los antiguos vínculos e intercambios diplomáticos entre los dos países, mencionando en particular a figuras emblemáticas que ayudaron a forjar esta relación privilegiada. Entre estas figuras, Macron citó a Abdellah Ben Aicha, corsario de Salé y embajador de Marruecos, enviado a Versalles para una misión diplomática extraordinaria.
Abdellah Ben Aicha: un embajador con un destino singular
Abdellah Ben Aicha, corsario de Salé en el siglo XVII, es una figura significativa en la historia diplomática marroquí. Su misión a Versalles, bajo el reinado de Luis XIV, simboliza la búsqueda de alianza y diálogo entre Marruecos y Francia.
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Encargado por el sultán de Marruecos para reunirse con el Rey Sol, Ben Aicha tenía la misión de lograr acuerdos, en particular en el ámbito del comercio y de la seguridad marítima. Según relatos históricos, incluso recibió el encargo de pedir la mano de la hija de Luis XIV, un acto altamente simbólico que demuestra la ambición de acercamiento entre los dos países.
Un puente entre dos culturas
La mención que hace Macron de Ben Aicha recuerda la apertura de los reinos marroquí y francés al intercambio diplomático y cultural desde el Renacimiento. Abdellah Ben Aicha es un ejemplo de embajador atípico que, siendo un corsario, sirvió a los intereses de su país más allá de las fronteras. Su misión ilustra los esfuerzos de Marruecos por posicionarse como un actor influyente en la cuenca mediterránea, estableciendo diálogos incluso con las grandes potencias de la época. Al referirse a Ben Aicha, Emmanuel Macron destaca este aspecto histórico de las relaciones franco-marroquíes, construidas sobre siglos de diplomacia y respeto mutuo.
Una historia común iluminada por figuras excepcionales
En su discurso, Emmanuel Macron también citó a otras figuras simbólicas, como el erudito Idriss Al Amraoui, que viajó a Francia en 1860 para rendir testimonio al sultán Mohammed IV. El presidente francés también habló de los numerosos artistas franceses, como Delacroix, Matisse y Majorelle, que se inspiraron en Marruecos, viendo en este país una fuente inagotable de belleza y admiración. El homenaje a estas figuras subraya la riqueza de esta memoria compartida, compuesta de momentos de colaboración, pero también de desafíos diplomáticos.
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Así, a través de Abdellah Ben Aicha, Macron celebra la herencia de las relaciones franco-marroquíes, subrayando que, a pesar de las épocas y las diferencias culturales, Francia y Marruecos han sabido mantener un diálogo que trasciende el tiempo y que sigue inspirando los vínculos entre ambos. naciones.
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