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Las aguas del Colorado, un tema político en la campaña para las elecciones presidenciales americanas.

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Cuando John F. Kennedy inauguró la presa Flaming Gorge en el norte de Utah con gran fanfarria en 1963, la convirtió en un instrumento político. Al ver estos muros de 150 metros de altura remodelar el paisaje, podemos imaginar el orgullo del presidente demócrata. Sin embargo, por vertiginosa que sea, esta monumental infraestructura hidráulica sólo ofrece frágiles promesas. Desde 1922, cuando su caudal anual se distribuía entre siete estados americanos y México, la cantidad de agua suministrada por la estructura se sobrestimó en un 25% en comparación con la realidad.

La inauguración de la presa Flaming Gorge por John F. Kennedy, en una película histórica proyectada en una sala del Centro de Visitantes de Red Canyon, Utah, en 2022. JOHN TROTTER/MAPAS

“Es sobre estas bases de disponibilidad de agua que se construyó el suroeste de Estados Unidos”explica el fotógrafo estadounidense John Trotter, que lleva veinte años documentando las consecuencias de la profunda alteración del Colorado. Esta larga investigación lo llevó desde el oeste de Estados Unidos hasta el noroeste de México, donde se interesó por el consumo excesivo de agua en California, los cambios en la biodiversidad a lo largo del río y la agricultura que depende de ella.

Más recientemente, se ha centrado en cómo los beneficiarios de Colorado están afrontando la dramática caída de su nivel. “En algún momento podría haber un conflicto abierto entre estados por el agua, porque nadie existiría sin ella”analiza. De maná, el río se ha convertido en la pesadilla de los líderes políticos.

Contraste deslumbrante

Colorado proporciona agua y electricidad a más de 40 millones de estadounidenses y respalda la producción agrícola que impulsa al resto del país. Sin embargo, los científicos estiman que su caudal ha disminuido alrededor de un 20% en comparación con el siglo XX.mi siglo. Los peores escenarios prevén incluso una nueva caída del 20% de aquí a 2050. En los siete estados que dependen de su suministro, esta nueva situación pesa sobre la campaña electoral para las elecciones presidenciales del 5 de noviembre. “California no provee agua pero es el estado que más consume. Esto crea un fuerte resentimiento en Wyoming”.comenta el fotógrafo.

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En sus imágenes el contraste es evidente. De un lado, Arizona, Nevada y California. Por el otro, Colorado, Nuevo México, Utah y Wyoming. Río abajo, una población desconectada del agua, que recorre sus lagos en lancha a motor y riega generosamente sus campos de golf y jardines públicos. Río arriba, una zona rural hecha de nieve, caza y pesca, que almacena agua de las Montañas Rocosas, generosamente cubiertas de nieve. Aquí y allá, graffitis denuncian la política medioambiental de Joe Biden.

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