Dos influencers argelinos fueron detenidos el viernes 3 de enero en Francia. Se les acusa de haber lanzado llamamientos al asesinato y de promover el terrorismo.
Si bien estas detenciones son bienvenidas, son un recordatorio de que actos similares no siempre se siguen con la misma firmeza, en particular los que emanan de la esfera extremista xenófoba.
Los dos influencers, conocidos en Tik-Tok con los nombres de “Youcef Zazou” e “Imadtintin”, fueron detenidos en Brest y Echirolles, respectivamente.
El primero fue puesto en prisión preventiva y acusado de “apología pública de un acto terrorista”. El segundo, procesado por “provocación directa a un acto de terrorismo cometido a través de un servicio público de comunicación en línea”, vio ampliada su custodia policial.
Habían sido denunciados por un activista argelino afincado en Francia y las autoridades actuaron muy rápidamente. El asunto se toma muy en serio hasta el punto de que el Ministro del Interior anunció la detención de los dos individuos el mismo día a través de dos tuits sucesivos. “No dejes que nada se te escape”, repitió Bruno Retailleau en sus dos mensajes en X.
Muchos en Francia creen que esta firmeza es bienvenida, pero señalan una especie de doble rasero en la actitud de las autoridades francesas ante los llamamientos a la violencia, según de qué partido procedan y de cuál. apuntan.
Para el político franco-argelino Ismaël Boukedjada, es indiscutible que “las llamadas a cometer crímenes deben ser castigadas severamente”. Sin embargo, subraya en un mensaje en X dirigido a Bruno Retailleau, es imperativo “tratar a todos por igual”.
Boukedjada acompañó su tuit con una captura de pantalla realizada en la misma red social. Vemos a un individuo que amenaza a los argelinos que viven en Francia con una masacre masiva, como las de la Segunda Guerra Mundial.
“Os juro, argelinos, salid de Francia porque os vamos a matar a todos en Auschwitz”, se lee en el tuit.
Banalización del discurso violento y de odio en Francia
Estos comentarios gravísimos no provocaron la misma reacción que siguió a la denuncia de los dos influencers argelinos. Sin duda porque este tipo de discurso se ha vuelto muy común en los últimos años en una Francia cada vez más conquistada por el extremismo.
Los ataques verbales contra los inmigrantes, en particular los de origen argelino, son cotidianos, en las calles, en las redes sociales y en los televisores y, en ocasiones, son obra de políticos, funcionarios estatales y electos.
Las confusiones entre musulmanes y terrorismo que han seguido sistemáticamente a cada ataque durante varios años, o entre delincuencia e inmigración, también constituyen llamados indirectos a la violencia, incluso al asesinato.
También los comentarios racistas, así como todos estos prejuicios repetidos en los medios de comunicación en las horas punta, atribuyendo los males de Francia a la inmigración, a los musulmanes y a los argelinos.
La justicia francesa rara vez ha castigado a los perpetradores de tales excesos, incluidos los llamamientos directos al asesinato y masacres masivas como la denunciada por Ismaël Boukedjada.
Figuras como Éric Zemmour, Marion Maréchal le Pen, Sarah Knafo y Jean Messiha han contribuido en gran medida en los últimos años a alimentar el odio y la xenofobia y a crear un clima irrespirable en Francia.
Las autoridades políticas y el sistema judicial franceses ganarían credibilidad si reprimieran los llamamientos a la violencia vengan de donde vengan. No hacerlo significa correr el riesgo de ser acusado de haber actuado por simple cálculo político en un contexto de relaciones muy tensas con Argelia, aunque es evidente que los dos detenidos el pasado viernes no representan ni a Argelia ni a los argelinos, de Francia o de otros lugares.