Fue en el Hemiciclo, bajo las luces tenues pero penetrantes del Parlamento marroquí, donde el programa “Cero Mica”, alguna vez presentado como una revolución ambiental, recibió un sonoro martillazo. La Ministra de Transición Energética y Desarrollo Sostenible, Leila Benali, hizo una admisión poco común en el ámbito político: “ este programa, que supuestamente iba a erradicar el uso de bolsas de plástico, no logró transformar las motivaciones legislativas en realidades tangibles ».
Reconocimiento de fracaso
Durante una sesión de preguntas orales, Benali no se anduvo con rodeos. Respondiendo a los “interrogatorios” de los diputados del Rally Nacional de los Independientes (RNI), reconoció que las disposiciones de la ley 77-15, que prohibió las bolsas de plástico en 2016, no se han aplicado plenamente. Y con razón, la proporción de residuos plásticos en los residuos domésticos sigue estancada en un 12%, a pesar de años de sensibilización y supervisión legal.
La pandemia de covid-19, según la ministra, ha exacerbado la dependencia del plástico, con un aumento significativo de los productos de un solo uso. Esta realidad, asociada a una flagrante debilidad en los esfuerzos para combatir la contaminación, socava la imagen de pionero ecológico que Marruecos se había construido.
« Teníamos la ley, pero no sabíamos cómo implementarla. “, declaró el ministro con una sinceridad cautivadora, antes de subrayar la obligación de Marruecos de respetar una decisión de la ONU (14/5) de la Asamblea de Medio Ambiente, que fomenta medidas globales contra la plaga de los plásticos.
Sin embargo, no todo está perdido, según Leila Benali, quien de paso presentó un proyecto de revisión de la ley 28-00. Este último integra medidas innovadoras como la ampliación de los productores y la clasificación selectiva de residuos. Si se adopta esta reforma, podría marcar un importante punto de inflexión en la gestión de residuos y la reducción de riesgos ambientales.
Pero el Ministro también lanzó un llamamiento explícito a los parlamentarios, instándolos a apoyar esta reforma durante la próxima fase legislativa. Entre la ambición y la necesidad, el proyecto se basa ahora en la colaboración acumulada entre instituciones y actores privados.
Residuos médicos: otra batalla
El debate parlamentario también puso de relieve otro desafío medioambiental: los residuos médicos, cuya gestión parece ser una zona gris en el ecosistema regulatorio marroquí. Mientras Leila Benali afirma que existe un marco estricto que rige estos residuos, los diputados expresaron dudas.
Las críticas se centran en la falta de normas precisas para la clasificación de los residuos médicos y su separación de los residuos domésticos. Muchos hospitales continuaron arrojando sus desechos tóxicos en vertederos públicos debido a la falta de infraestructura adecuada.
El diputado del grupo constitucional socialdemócrata criticó la falta de soluciones adecuadas y destacó los riesgos para los trabajadores del sector y para el medio ambiente. Pidió campañas de sensibilización y sanciones más duras contra los infractores.
El programa “Cero Mica” y la gestión de residuos médicos ilustran un problema más amplio: el de una transición ecológica obstaculizada por deficiencias estructurales y una implementación insuficiente de las leyes. Si Marruecos puede presumir de un éxito notable en el ámbito de las energías renovables, con una tasa del 44% alcanzada en 2024, iniciativas medioambientales como ésta demuestran un contraste sorprendente.
Para Leila Benali, el futuro requiere una voluntad política reforzada, una mayor cooperación internacional y el empoderamiento de los ciudadanos. Pero, como siempre, el camino suele estar plagado de “escollos”. ¿Podrá Marruecos superar estos desafíos y cumplir sus compromisos medioambientales? La respuesta está en la capacidad del país para combinar visión y acción.