El domingo despegó oficialmente la nueva agencia Santé Québec. La piloto es la “top gun”, Geneviève Biron, del acogedor círculo íntimo de los laboratorios privados Biron.
Responsable de las “operaciones” de la red sanitaria con sus 330.000 empleados, Santé Québec se convierte también en el mayor empleador del país. Esta es la fase final de años de centralización, mientras que los mejores sistemas de salud de Occidente son los más descentralizados.
Tampoco detectamos ninguna preocupación específica por los servicios sociales. Sin embargo, son esenciales para el bienestar de una población tan envejecida como la nuestra.
En la junta directiva tampoco hay ningún médico de cabecera, mientras que la medicina de familia mantiene la “primera línea” a distancia.
La creación de Santé Québec es ante todo un reconocimiento del fracaso del Ministerio de Salud y Servicios Sociales.
¿Cómo podemos explicar que un ministerio tan vasto con un presupuesto anual de 60 mil millones de dólares sea incapaz de “operar” por sí mismo un sistema de salud accesible, humano y de calidad?
No hay margen de error
Quebec es también la única provincia donde están proliferando los servicios enteramente privados. Están creciendo porque nuestros gobiernos ven al sector privado como un complemento del público cuando, en realidad, lo socava.
Resultado: nuestro sistema sanitario multiplica las “velocidades”, en función de los ingresos de los pacientes y no de sus necesidades. Una verdadera ganga de tontos.
Mientras tanto, el Ministro Dubé, ciertamente de buena fe, multiplica los “cuadros de mando”. Deber informa que sus allegados lo describen amablemente como un “maldito número”.
Estas tablas, sin embargo, tienen el desafortunado defecto de medir el “desempeño” en términos cuantitativos y no cualitativos.
Hasta que no nos ofrezcan robots en lugar de médicos, enfermeras y servicios sociales, la salud será ante todo un asunto humano. Y al hacerlo, la calidad de la atención.
Deshumanización
Humanos cuyo trabajo es cuidar de otros humanos durante momentos difíciles de sus vidas. Sin embargo, la Protectora Pública denunció recientemente la creciente deshumanización de la red pública.
Si Santé Québec no toma medidas importantes para reintegrarle la humanidad, no estamos fuera de peligro.
Sin embargo, con la orden de recortar hasta 1.500 millones de dólares de la red pública –al parecer la “misión” de la señora Biron– parece una tormenta perfecta.
El de una nueva mezcla de estructuras impuesta al mismo tiempo que la red se ve obligada a apretarse el cinturón. Traducción: los servicios directos a la población están sufriendo.
Esta tormenta recuerda a la del dúo Couillard-Barrette con sus reformas centralizadoras en un contexto de austeridad presupuestaria. El regreso de la misma combinación no augura nada bueno.
Sin embargo, como padre de Santé Québec, el gobierno de Legault no tendrá margen de error en las próximas elecciones.
La nueva encuesta Pallas-Qc125-L’Actuality muestra que el 53% de los quebequenses quieren que el primer ministro François Legault dimita antes de las elecciones de 2026.
La creciente ira contra un sistema de salud cada vez más disfuncional es sin duda una de las principales razones.