El sábado, el Jefe de Estado hablará en la plaza frente a la catedral reconstruida tras el incendio del 15 de abril de 2019, antes de que se abran sus puertas para una ceremonia litúrgica. Al día siguiente asistirá a la primera misa en público.
La coreografía fue objeto de intensas negociaciones con la diócesis: el Eliseo quería un discurso presidencial en el interior del edificio religioso, pero esta opción despertó más de una ceja, también entre los defensores del laicismo.
Finalmente, el viernes pasado Emmanuel Macron habló en Notre-Dame, durante una inspección final que parecía una preapertura, que permitió al mundo descubrir su nuevo brillo en la televisión.
La oportunidad para él de enfatizar, una vez más, que a pesar de todos los que dijeron “que no sería posible, que era una locura, que era arbitrario, que lo íbamos a hacer mal“, el “sitio de construcción del siglo» se completó en cinco años, como había prometido.
Una forma de felicitar a los artesanos… y a él mismo también por esta exitosa apuesta.
A riesgo de exagerar, algunos de sus detractores se burlan.
«Creó una organización que hizo posible lograrlo. Ya sea que esté tratando de obtener ganancias o disfrutarlo, no es anormal.», reconoce un peso pesado del gobierno, que sin embargo no es macronista. “Dios sabe que hay una serie de cosas que me molestan del jefe de Estado, pero aquí creo que estuvo genial.», dice también el alcalde de Béziers, Robert Ménard, ex cercano a la Agrupación Nacional, en BFMTV.
“Metáfora”
De sus siete visitas desde 2019, ésta tuvo un sabor especial. El último, sin casco ni mono de construcción.
Como él mismo dijo, Emmanuel Macron ve este trabajo titánico como un “metáfora de la vida de la Nación“. Lo que le ha permitido en varias ocasiones destilar mensajes políticos apenas subliminales.
«Le mostraste al mundo que nada resiste la audacia.“, dijo a los artesanos el viernes, dando la bienvenida a sus “espíritu único de hermandad» que espera que “perdura» en un país tan rara vez fracturado.
En abril de 2023, en medio de una crisis por su cuestionada reforma de las pensiones, se deslizó en el corazón del andamio: “Mantén el rumbo, ese es mi lema.».
Pero ¿cuál es su “curso” este otoño? El presidente perdió gran parte de su poder cuando disolvió la Asamblea Nacional en junio. Y el Primer Ministro a quien tuvo que buscar entre sus oponentes, Michel Barnier, habrá sido derrocado por los diputados, salvo giro, cuando se vuelvan a abrir las puertas de la catedral.
Durante sus felicitaciones a los franceses el 31 de diciembre, el Jefe de Estado predijo que 2024 sería el año de “orgullo francés“, marcado por los Juegos Olímpicos de París y luego por la reapertura de Notre-Dame, emblema de Francia “capaz, cuando se une, de resistir, de levantarse de nuevo».
Los Juegos Olímpicos de este verano fueron un paréntesis encantado tras la fase turbulenta de la disolución y las elecciones legislativas. No está claro si las ceremonias de este fin de semana ofrecerán el mismo respiro.
Emmanuel Macron espera al menos aprovecharlo para convertirlo en una reunión diplomática importante, siendo la política exterior una de las prerrogativas que conserva y trabaja intensamente.
Extendió invitaciones a numerosos jefes de Estado y de gobierno extranjeros, incluido el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky. Su presencia simultánea en París sería un acontecimiento, sobre todo si permite un primer encuentro cara a cara.
Donald Trump ya ha confirmado su llegada el sábado, que constituirá también su primer viaje al extranjero desde su victoria en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.
Pero por ahora, el misterio se cierne sobre la lista de líderes que estarán presentes. Invitado hace un año, el Papa Francisco, con quien el presidente francés habla informalmente y le gusta reunirse, decidió no venir, quitándole un poco de brillo a la antelación en este momento.
Par Le360 (con AFP)
12/03/2024 a las 07:01