La portavoz del Gobierno, Maud Bregeon, calificó estos incidentes de “deplorables y angustiosos” en France 2. “Hace mucho daño a todos los políticos, a la imagen que proyectamos”.
Qué “espectáculo más triste para los franceses”, añadió el presidente de la Asamblea nacional, Yaël Braun-Pivet, condenando “firmemente” los altercados en un comunicado de prensa.
La titular de la presidencia afirmó haber tomado “nota de los pesares y disculpas expresadas por el diputado Nicolas Turquois” y anunció que próximamente reunirá a la Asamblea Nacional “para que pueda decidir sobre una posible sanción en su contra, después de el haber oído”.
Turquois admitió anteriormente en BFMTV haberse “vuelto loco” y dijo que “se arrepentía”, al tiempo que denunciaba a los “carroñeros” entre sus compañeros.
“Clima deletéreo”
El motivo de su ira fue la publicación por parte de La France de los nombres de los diputados macronistas y de derecha que habían presentado mil enmiendas para impedir la votación. Las “prácticas de denuncia” probablemente lleguen a sus “cercanos” y son “inaceptables” para Turquois.
Yaël Braun-Pivet también quiso denunciar estos métodos que contribuyen “a mantener un clima nocivo”, citando “los montajes fotográficos”, “las listas que echan a pastar a los diputados en las redes sociales” o incluso “el acoso ejercido contra determinados miembros del público”. “entre ellos mismos o incluso sobre sus seres queridos”.
También deploró “los múltiples desafíos a los presidentes de las sesiones, que contribuyen a la deriva de los debates”.
Un poco antes, la vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Naïma Moutchou, aseguró en X que había sido “objetivo” de “amenazas directas” del diputado del LFI, Manuel Bompard.
Acusa al coordinador de La France Insoumise de haberle dicho durante la suspensión de una sesión: “Pagarás por lo que haces, eres cómplice sí, pagarás por eso sí sí, incluso electoralmente”.
“Un proyecto de ley de la vergüenza”: La France Insoumise desencadena una tormenta política
El vicepresidente (Horizontes) denuncia no sólo “presiones”, sino también “un ataque al respeto de las instituciones”. Señala que sus colegas masculinos, que la sucedieron, no sufrieron la misma “intimidación”, cuestionando el carácter sexista y racista de esta situación.
En el proceso, Manuel Bompard hizo caso omiso de estas acusaciones “Ninguno de nosotros se ha propuesto nunca resolver las diferencias políticas más que mediante el voto. Este enfoque de victimización que pretende hacer creer a la gente lo contrario es detestable”.
“Esta violencia que algunos quieren poner en perspectiva no tiene justificación”, añadió el electo rebelde.