A un paso de una de las arterias más transitadas de los suburbios de Atenas, los trabajadores agrícolas realizan una actividad tan insólita que los automovilistas se detienen a mirarlos: junto a una parada de autobús, extienden redes en el suelo y recogen aceitunas.
Con cientos de olivos en sus calles, el ayuntamiento de Glyfada, un suburbio costero de la capital griega, tuvo la idea de producir aceite, que luego se distribuía entre los más necesitados. “Aquí producimos buen petróleo (…), como en todas partes de Grecia”, explica a la AFP Stavros Giakoumakis, teniente de alcalde encargado de los espacios verdes, que supervisa el proyecto desde su lanzamiento en 2014.
Además de Glyfada (90.000 habitantes), otros suburbios de Atenas han puesto en marcha iniciativas de este tipo. Patras, el principal puerto del Peloponeso, también participó este año, al igual que Salónica, la segunda ciudad del país. “Además de evitar la pérdida de estos preciosos frutos, esto preserva los olivos y también evita que los peatones” resbalen en las aceras, según informó el municipio del suburbio ateniense de Alimos en una convocatoria de voluntarios a principios de noviembre.
Ayudar a las personas en dificultades
Un litro de aceite de oliva, un alimento básico de la dieta mediterránea durante siglos, cuesta hoy entre 9 y 18 euros en los supermercados griegos. La cosecha de Glyfada, estimada en alrededor de una tonelada de aceitunas este año (suficiente para producir unos 150 litros de aceite), se dona a asociaciones que ayudan a personas en dificultades. “Si todos los municipios hicieran lo mismo, las familias vulnerables tendrían suficiente aceite de oliva para todo el año”, asegura Stavros Giakoumakis.
Junto con España e Italia, Grecia es un importante productor de aceite de oliva en la Unión Europea. Tiene el consumo anual per cápita más alto entre los Veintisiete, alrededor de 12 kilos por persona, según datos de la UE.
El aceite producido con las aceitunas callejeras de Glyfada tiene un sabor picante y pica la garganta, ambos signos de pureza. Pero los expertos dicen que los productos cultivados en áreas urbanas deberían ser analizados específicamente para detectar sustancias químicas nocivas.
Alerta petrolera
La Sociedad Científica de Enciclopedistas del Olivo (4E) cree que este aceite de oliva “urbano” está “cargado de contaminantes que, en altas concentraciones, constituyen sustancias químicas peligrosas”. Los hidrocarburos minerales aromáticos (MOAH) son motivo de especial preocupación porque, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, pueden provocar cáncer.
“Los olivos de zonas donde la atmósfera está contaminada por los gases de escape pueden contener una mayor cantidad de MOAH en el fruto y, en consecuencia, también en el aceite de oliva”, explica Constantinos Demopoulos, miembro del grupo 4E y profesor emérito de bioquímica y química de los alimentos en la la Universidad de Atenas.
“El aceite de oliva sin etiqueta que circula en los mostradores puede no tener la composición requerida, no necesariamente por malicia, sino por ignorancia”, sostiene. “No consumiría aceite de oliva que no haya sido analizado, aunque provenga de un amigo”, dijo a la AFP.
El grupo 4E lamenta que los municipios “parecen ignorar” los riesgos y que la inspección del aceite de oliva de origen callejero generalmente se centra en la acidez y otras características de sabor. Las pruebas adicionales necesarias para detectar la presencia de hidrocarburos deben realizarse en laboratorios más “especializados” y son más caras, señala. En el laboratorio químico estatal griego, las pruebas de acidez cuestan 20 euros. Las pruebas de hidrocarburos aromáticos cuestan entre 150 y 180 euros.
(afp)