Un viento de indignación sopla sobre las relaciones franco-argelinas cuando Rachida Dati, Ministra francesa de Cultura, finalmente rompe su silencio ante la opaca, por decir lo menos, detención del escritor franco-argelino Boualem Sansal.
Escritor en crisis
Boualem Sansal, de 75 años, es mucho más que un simple autor. Su escritura incisiva y su visión crítica del régimen argelino lo convirtieron en una figura intelectual respetada, pero también en una figura controvertida en su país natal. Detenido a su llegada a Argel a mediados de noviembre, Sansal fue puesto bajo arresto, acusado de poner en peligro la seguridad del Estado. Una acusación que suscita interrogantes, tanto en Argelia como a nivel internacional.
En un contexto en el que el espacio reservado a la libertad de expresión parece cada vez más reducido en Argelia, el encarcelamiento del escritor provocó indignación en los círculos literarios y políticos. Rachida Dati, que guarda silencio durante mucho tiempo sobre este asunto, habló este jueves para expresar su “ apego visceral a la libertad creativa y la defensa de los escritores ».
En el plano diplomático, aunque el apoyo parece tardío aunque firme, la reacción francesa inicialmente pretendía ser discreta. Sin embargo, la creciente indignación en torno al caso ha obligado a las autoridades a tomar una postura. “ El encarcelamiento de un escritor por motivos tan vagos es una línea roja que Francia no puede tolerar “, declaró Dati, destacando que el Estado se está movilizando ” todos los medios necesarios para obtener la liberación de Boualem Sansal y permitirle regresar con sus seres queridos ».
Rachida Dati no es la primera en denunciar esta situación. Antes que ella, Jean-Noël Barrot, jefe de la diplomacia francesa, ya había calificado esta detención de “inaceptable”, aunque recordó que Francia seguía de cerca la evolución del asunto en Argel y París. El asunto Sansal va mucho más allá del ámbito de un simple procedimiento judicial. Ilustra las persistentes tensiones entre Francia y Argelia, donde cada gesto diplomático es examinado minuciosamente.
Caso con ramificaciones políticas
Para el régimen totalitario de los seniles de Argel, esta detención parece ser una respuesta directa a los escritos del escritor considerados demasiado atrevidos. Para París, es otra prueba más de sus relaciones con una antigua colonia donde la libertad de expresión sigue siendo un tema espinoso. Boualem Sansal, a pesar de su avanzada edad, sigue siendo un luchador. Según su abogado francés, recientemente pudo hablar con su defensa argelina y se encuentra en buen estado de salud. Actualmente se encuentra bajo orden de internamiento en una unidad penitenciaria de un hospital de Argel. Pero la batalla legal está lejos de estar ganada: la sala de acusación todavía tiene tres semanas para examinar el recurso presentado por sus abogados.
Si bien los círculos intelectuales continúan movilizándose a favor del escritor, este asunto plantea interrogantes cruciales sobre el estado de las libertades fundamentales en la región. Boualem Sansal representa no sólo una pluma de resistencia contra el autoritarismo del régimen de los capos de Argel, sino también una advertencia contra los peligros de un espacio público cerrado.
Francia, por su parte, desempeña un papel delicado. Apoyar a Sansal sin exacerbar las tensiones con Argel parece ser una misión peligrosa. Rachida Dati y sus colegas de gobierno deben encontrar ahora un equilibrio entre una diplomacia cautelosa y una defensa inflexible de los valores fundamentales.
El caso Boualem Sansal es mucho más que una simple detención. Es un símbolo, una línea divisoria entre dos visiones del mundo: la de la apertura intelectual y la de la represión aplicada deliberadamente a opositores de todos los bandos por el régimen militar y totalitario de Argel. Mientras Francia se esfuerza por garantizar la liberación del escritor, queda por ver si esta movilización tendrá efectos concretos o si se extinguirá ante determinadas realidades diplomáticas.