En materia de salud y seguros médicos, el resultado del domingo confirma una persistente disputa entre la Suiza francófona y la Suiza alemana. Todos los cantones francófonos rechazaron esta reforma este fin de semana (un 62,5% de media no), a diferencia de todos los cantones germanófonos que la aceptaron. Al final, ganó la mayoría con un 53,3% a favor.
En junio, la Suiza francófona ya había experimentado el mismo vacío con la iniciativa de limitar las primas al 10%, que los suizos germanoparlantes habían rechazado en bloque, excepto Basilea-Ciudad. En 2014, hace diez años, durante la última votación a favor de un fondo único, los cantones de Ginebra, Vaud, Neuchâtel y Jura dijeron que sí. Pero los suizos, predominantemente de habla alemana, se negaron con un 61,9%.
El domingo, el apoyo de los alemanes a la reforma demostró una vez más la gran diferencia en la percepción de la política sanitaria en ambos lados del Sarine. Hay que recordar que en la Suiza francesa llevamos años pagando primas mucho más caras. Así, para 2025, la prima media en Ginebra es de 572 francos, mientras que en el interior de Appenzell Rodas es de 308 francos.
Por ello, los alemanes apoyan la actual política liberal de salud, que en última instancia no les cuesta demasiado. Por el contrario, en la Suiza francófona prevalece la impresión de que el sistema no funciona y que cada año los asegurados deben pagar una factura cada vez mayor.
¿Tendrá la introducción del EFAS o la financiación homogénea de los servicios ambulatorios, hospitalarios o SEM un impacto en el control de los costes sanitarios y la estabilidad de las primas? Nadie se atreve a hacer demasiadas promesas.
Nuestra ministra de Sanidad, Elisabeth Baume-Schneider, parece creer en ello, aunque su discurso del domingo sea un poco contradictorio: “Esta reforma representa un progreso real, más transparencia y mantiene la calidad de la asistencia al tiempo que alivia a los contribuyentes. Dicho esto, escucho los temores de quienes se oponen, particularmente en la Suiza francófona. Puedo asegurarles que el EFAS garantiza un reparto de responsabilidades, pero que seguirán siendo necesarias otras reformas para controlar los costes.
Todavía recordaremos que afirma que esto “aliviará” a los contribuyentes, sin decir en qué medida. El Parlamento tardó catorce años en hacer realidad el EFAS. De hecho, la reforma entrará en vigor en 2028 en lo que respecta a la financiación hospitalaria y en 2032 a los cuidados de larga duración en los SEM. En sí misma, esta lentitud ya es tan reveladora de la inmovilidad del sistema, donde cada socio sanitario querrá darse tiempo para no reducir su rendimiento empresarial.