Los pequeños Estados insulares y los países menos desarrollados han cerrado de golpe la puerta de una reunión para protestar contra el proyecto de acuerdo financiero en preparación. En el pleno, el presidente de la COP29 llamó a los países a “superar” sus “divisiones”.
Máxima dramatización en la COP29 en Bakú. El sábado por la tarde, mientras las negociaciones internacionales sobre el clima se desarrollaban desde el viernes por la noche, los pequeños Estados insulares y los países menos desarrollados -grupos que representan a más de 80 países- cerraron de un portazo una reunión en la que se les presentó el texto de la declaración final, en presencia del presidente de la COP29. “Este texto no tiene nada que ver con nosotros”, dijo Evans Davie Njewa, negociador de Malawi, al salir de la sala. Nos iremos de la reunión hasta que se tengan en cuenta nuestras opiniones; de lo contrario, no se tomará ninguna decisión aquí”. Aclaró que el grupo no abandona definitivamente las negociaciones.
“Vinimos aquí por un trato justo y sentimos que no nos han escuchado”declaró por su parte Cedric Schuster en nombre del grupo de los Estados insulares (Aosis), antes de entrar en una sala situada frente a la de la reunión inicial. Unos minutos más tarde, el enviado especial de Estados Unidos para el clima, John Podesta, también se marchó en otra dirección, sin decir una palabra.
“¿Vamos a tener éxito? Es incierto”
La tensión, ya innegable en los últimos días, aumentó el sábado por la tarde en los pasillos del estadio olímpico de Bakú, donde las delegaciones deben llegar a un acuerdo sobre un “nuevo objetivo colectivo cuantificado” (o “NCQG”). Su objetivo es sustituir los 100 mil millones de dólares anuales prometidos entre 2020 y 2025 por los países ricos a los países en desarrollo para ayudarlos en la descarbonización de su economía y su adaptación al calentamiento global.
Un informe de expertos encargado por la ONU estima las necesidades de los países en desarrollo (excepto China) en alrededor de 2.400 millones de dólares al año de aquí a 2030, incluidos dos tercios para la transición energética y un tercio para la adaptación y la reparación de los daños que el clima ya ha causado a las poblaciones. desastres. Si la mayor parte de esta cantidad recae en los países afectados, se esperarán al menos 1 billón de millones al año del “finanzas externas”. A principios de semana, la reunión del G20 en Río, Brasil, reconoció en su declaración final “la necesidad de apoyar el financiamiento climático “de miles de millones a billones”.
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Pero ¿hasta dónde llegará realmente la ambición en Bakú? “Estamos haciendo todo lo posible para tender puentes en todos los ejes y que todo sea un éxito. ¿Pero vamos a tener éxito? Es incierto” juzgó poco antes el sábado el comisario europeo responsable de las negociaciones sobre el clima, Wopke Hoekstra. Ya la víspera, la alianza Aosis había rechazado un proyecto de acuerdo que preveía una ayuda de 250 mil millones de dólares anuales hasta 2035, por considerarlo una prueba de “desprecio”. Desde entonces, las delegaciones han tratado de encontrar puntos en común. La nueva versión presentada el sábado aumenta esta cantidad de financiación global a 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035, según varias fuentes.
“Un resultado que sea al menos aceptable para todos”
“Insuficiente” para los países más vulnerables, que también creen que esta nueva versión “diluye la responsabilidad histórica de los países desarrollados en el calentamiento global”. Estos 300 mil millones incluirían todas las fuentes -públicas, privadas, bancos de desarrollo multilaterales-, lo que los países en desarrollo rechazan. De hecho, exigen financiación principalmente en forma de donaciones y no de préstamos, lo que aumenta su deuda.
Ninguno de nosotros quiere irse de Bakú sin haber obtenido un buen resultado (…) Por eso les pido que intensifiquen su implicación mutua para superar las divisiones que aún nos separan.
Presidente de la COP29, Mukhtar Babaev
Según Mohamed Adow, del grupo de expertos Power Shift Africa, que también participó en la reunión, la Unión Europea y Japón serían los únicos entre los países desarrollados que se considerarían públicamente satisfechos con el texto. Para él de todos modos, “Más vale ningún acuerdo que un mal acuerdo”un lema retomado desde el principio por la sociedad civil.
Durante una sesión plenaria convocada a las 20 horas (17 horas en Francia), el presidente de la COP29, Mukhtar Babaev, señaló que persisten desacuerdos que no permiten llegar a una conclusión: “Ninguno de nosotros quiere irse de Bakú sin haber obtenido un buen resultado (…) Por eso les pido que intensifiquen su implicación mutua para superar las divisiones que aún nos separan”. “Tenemos que trabajar realmente juntos para lograr un resultado que al menos sea aceptable para todos”instó a su vez la ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, cuyo país acogerá la COP30 el próximo año en Belém. Podría ser una noche larga para los negociadores.