Hoy, Martin St-Louis se ha lanzado a una justificación pública como nunca antes para explicar por qué se castigó a Juraj Slafkovský y no a Kirby Dach.
Lo que podría haber sido una explicación simple y honesta de que era más fácil castigar a Slafkovsky porque no se había perdido un año de juego rápidamente se convirtió en una vergonzosa muestra de contradicciones, revelando cómo el entrenador parece atrapado en una espiral de justificaciones improvisadas y manejo inconsistente de sus jugadores.
Cuando se le preguntó sobre su decisión de enviar a la banca a Slafkovský después de algunas malas apariciones, St-Louis intentó explicar que este castigo era una forma de ayudar a su joven jugador a crecer.
“No es que estemos reinventando nada. Es que manejamos la actitud de los muchachos. Si queremos madurar, crecer como equipo, este tipo de prácticas es importante. »
Una afirmación que, a primera vista, podría parecer sensata. Pero a medida que aumentaban las preguntas, St. Louis pareció atascarse en sus propios argumentos.
Cuando se le preguntó si este enfoque habría sido el mismo para todos los jugadores, intentó torpemente justificar su decisión:
“Habría hecho lo mismo con un jugador que está en su misma etapa de desarrollo. »
Este comentario inmediatamente llamó la atención. Kirby Dach, otro jugador joven que ha tenido apariciones decepcionantes recientemente, no ha sido tratado de la misma manera.
Para qué ? La respuesta de St. Louis sigue sin estar clara, lo que revela una gestión de dos niveles que seguramente sembrará controversia una vez más.
St-Louis ha utilizado a menudo analogías paternas para justificar su gestión de los jugadores jóvenes, una estrategia que empieza a mostrar sus límites. Cuando declaró:
“No es como si un niño llegara con un libro y dijera: ‘Oye, así es como debes tratarme’. Aprendes a gestionarlos. »
Buscó humanizar su tarea como entrenador. Pero este intento rápidamente se convirtió en una torpe excusa de por qué Slafkovský fue castigado públicamente, mientras que Dach pareció recibir un trato más indulgente.
Para muchos, esta justificación amplifica la idea de que St. Louis todavía está improvisando en su rol de entrenador, especialmente cuando se trata de gestionar talentos jóvenes en un equipo en reconstrucción.
No es la primera vez que Juraj Slafkovský se encuentra en la mira de su entrenador. Desde el inicio de la temporada, ha quedado claro que el St-Louis está utilizando al joven eslovaco como ejemplo para enviar mensajes al equipo.
¿Pero a qué costo? Slafkovský, que sólo tiene 20 años, ya está pasando por un momento difícil, entre las inmensas expectativas puestas sobre él en Montreal y ahora esta brutal gestión de su entrenador.
El banquillo impuesto a Slafkovský en el último partido fue especialmente humillante, no sólo para el jugador, sino también para la imagen del equipo.
Cole Caufield intentó consolar a su compañero de equipo en la banca, pero la escena destacó una división obvia entre St. Louis y su joven protegido.
Slafkovský, a pesar de sus esfuerzos por ser humilde, no puede ignorar el hecho de que recibe un trato diferente al de sus compañeros.
La situación se vuelve aún más preocupante cuando examinamos el caso de Kirby Dach. Este último, también en dificultades, no fue castigado del mismo modo.
Sin embargo, sus recientes actuaciones sobre el hielo no justifican en modo alguno un trato preferencial. Este doble rasero plantea preguntas fundamentales sobre los criterios de St. Louis para gestionar a sus jugadores.
¿Por qué Dach escapa al castigo mientras Slafkovský es señalado constantemente? La respuesta de St-Louis, que menciona “cursos de progresión”, suena falsa y carece de transparencia.
Da la impresión de que el entrenador aplica sus decisiones de forma arbitraria, lo que sólo puede alimentar un sentimiento de injusticia dentro del equipo.
Este trato desigual hacia Slafkovský ya está repercutiendo en la sala del canadiense. Alex Newhook, al apoyar públicamente la decisión de St. Louis, generó un malestar evidente, y es difícil imaginar que Slafkovský no lo sintiera como una traición.
En un equipo donde la solidaridad debería ser una prioridad, estas divisiones corren el riesgo de arruinar el ambiente, especialmente si los resultados no se reflejan.
Si Martin St-Louis realmente quiere hacer crecer su equipo, tendrá que revisar su gestión de los jugadores jóvenes. Humillar a un talento prometedor como Slafkovský enviándolo a la banca y permitiendo que pasen los errores de otros jugadores envía un mensaje contradictorio y contraproducente.
Los jugadores jóvenes, al igual que los veteranos, necesitan consistencia y respeto, dos elementos que parecen faltar en el enfoque actual de St. Louis.
Especialmente si estamos hablando de una primera elección general.
Slafkovský, a pesar de sus deficiencias, sigue siendo un jugador con un potencial inmenso. Pero para que se desarrolle plenamente debe sentir que su entrenador está ahí para guiarlo, no para castigarlo públicamente por el más mínimo error.
Si continúa por este camino, St-Louis corre el riesgo no sólo de romper la confianza de Slafkovský, sino también de perder la confianza de todo su vestuario.
Martin St-Louis puede ser un entrenador de pipí, pero debe aprender rápidamente que la humillación pública no es un método de entrenamiento eficaz.
Si sigue utilizando a Slafkovský como chivo expiatorio del rendimiento del equipo, corre el riesgo de destruir la autoestima de un jugador que podría ser un pilar del futuro canadiense.
Ha llegado el momento de que St-Louis demuestre que puede gestionar un equipo en reconstrucción con justicia e inteligencia, sin caer en prácticas que dividan y frustren a sus jugadores.
Montreal es una ciudad donde las expectativas son inmensas, y si los resultados no se cumplen, no sólo será Slafkovský quien estará en el banquillo, sino también el propio St-Louis.
Mientras tanto, recordamos lo buen jugador de hockey que era St-Louis. Porque patinó como nunca.
Ay.