Estos acuerdos no surgen de la nada. En 2009, la ley Hadopi estableció un primer marco legal para el reparto de valor entre periodistas y editores de títulos de prensa. Todos los grandes grupos firmaron entonces acuerdos con los sindicatos, todavía vigentes hoy, que permiten un pago anual para todos los periodistas. En 2019, se adoptó a nivel europeo un texto sobre derechos afines, con el fin de compensar equitativamente la explotación por parte de los motores de búsqueda y agregadores de contenidos de artículos. Esto se hizo dolorosamente, con sentencias muy duras de la autoridad de competencia dirigidas especialmente a Google.
Los acuerdos alcanzados con OpenAI constituyen la tercera etapa de este cohete, ya que aportan, de nuevo, remuneración (en enero de 2024, los medios La información menciona sumas de entre 1 y 5 millones de dólares por año y por medio, nota del editor) a cambio de explotar el contenido de los artículos para alimentar la IA. La fórmula es inteligente, “win-win”. En cualquier caso, el mundo de la prensa no tenía muchas opciones: incluso si eso significaba verse presionado por los gigantes de la IA, también se beneficiaría de una remuneración importante.
Cabe señalar también que el proceso judicial iniciado por el New York Times contra Microsoft y OpenAI forman parte de una misma filosofía: aunque no utilice los mismos medios, este medio también pretende conseguir una monetización acorde al daño que cree estar sufriendo. Por lo tanto, para mí estos acuerdos corresponden a una consideración inteligente de los intereses respectivos de dos partes, en un espíritu de pragmatismo.
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