En Cataluña, los separatistas caen en favor de los socialistas

En Cataluña, los separatistas caen en favor de los socialistas
En Cataluña, los separatistas caen en favor de los socialistas
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“Cataluña abre una nueva etapa. Gobernaremos para todos, independientemente de cómo piense la gente o del idioma que hable”, dijo el domingo por la tarde Salvador Illa, líder del Partido Socialista Catalán (PSC), tras las elecciones regionales.

“Por primera vez, el Partido Socialista Catalán ganó votos y escaños”, dijo, destacando que los separatistas habían vuelto a su nivel más bajo. De hecho, estos últimos acaban de perder la mayoría en el Parlamento de Barcelona que controlaban desde principios de los años 1980, con la excepción de una alianza de izquierdas entre 2003 y 2010.

laberinto catalán

Aún es pronto para saber la salida del laberinto catalán. La dispersión de votos y los vetos corren el riesgo de complicar las alianzas e imposibilitar las mayorías, en un espacio electoral dividido entre izquierdas y derechas, pero también independentistas y unionistas.

Los socialistas obtuvieron 42 escaños en el Parlamento de Barcelona -que tiene 135 en total- con el 27,9% de los votos. Están muy por delante de Junts, el partido independentista de derechas de Carles Puigdemont (35 escaños y 21,62% de los votos), y de la izquierda republicana ERC (20 escaños y 13,68%). A la izquierda del PSC, los Comunes tendrán seis diputados y los separatistas anticapitalistas de la CUP cuatro.

En la derecha, el Partido Popular obtiene 15 cargos electos recuperando el espacio electoral de Ciutadans (versión catalana de Ciudadanos españoles) que desaparece del Parlamento. Vox conserva 11 escaños y la nueva fuerza xenófoba y de extrema derecha independentista Aliança Catalana entra con dos cargos electos.

Negociaciones complejas

A pesar de esta victoria “histórica”, el socialista Salvador Illa está muy lejos de poder liderar una mayoría en solitario. Pretende buscar alianzas transversales en su izquierda y entre los separatistas más abiertos al diálogo.

Pero las negociaciones prometen ser complejas, si no imposibles. El domingo por la tarde, Carles Puigdemont se acercó a sus rivales de ERC para tratar de unir fuerzas para constituir “un gobierno sólido de obediencia claramente catalana”, sin explicar con qué mayoría.

Ninguna solución es evidente de inmediato. No se excluye un punto muerto en las negociaciones, lo que podría llevar a la convocatoria de nuevas elecciones.

Gran apuesta de Pedro Sánchez

Esta victoria socialista en Cataluña fue la gran apuesta de Pedro Sánchez. Desde que llegó al poder en 2018, siete meses después del breve intento de secesión catalana en 2017, el presidente del Gobierno español había elegido de hecho una política de “reunión”, centrada en el diálogo y las relaciones pacíficas.

Las tensiones habían disminuido significativamente tras las medidas de indulto concedidas en 2021 a líderes independentistas condenados. La muy controvertida ley de amnistía que debería aprobarse definitivamente en las próximas semanas borrará los procedimientos legales relacionados con la celebración del prohibido referéndum de autodeterminación.

Sabor amargo

Si esta estrategia ha tranquilizado efectivamente a la sociedad catalana y ha hecho retroceder la independencia, la victoria corre el riesgo de tener un sabor amargo porque los líderes soberanistas no han dicho su última palabra.

En Barcelona corren el riesgo de bloquear la constitución de un gobierno regional liderado por los socialistas. En Madrid, también podrían desestabilizar la mayoría parlamentaria del gobierno de Pedro Sánchez, del que son socios esenciales.

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NEXT MORÍN, Roberto | El diario de Montreal